Los alcaldes que pretendan reelegirse en el próximo proceso electoral, deberán ser evaluados para ver si la idea personal de percepción que tienen, es igual a cómo observa su actuar la ciudadanía. El querer participar o no a un puesto de elección popular o reelección es un tema muy personal, pero medirlos, es decir saber cómo ve la ciudadanía al posible candidato y si se ha mejorado algo con respecto de los anteriores, les corresponde a los electores. De la noche a la mañana no se puede hacer mucho como alcalde, mucho menos en dos años, el que llegue y diga que se va arreglar la situación, miente no es posible, esto es un tema de tiempo y de estrategias. Lo anterior sale a colación en virtud de que el Presidente Municipal de Durango Antonio “Toño” Ochoa, concedió una entrevista en la que reconoció que sigue “enamorado” de Durango y que su intención, es seguir en ese “matrimonio” por cuatro años más, es decir, el año que le queda de este trienio y tres años más, pues a su manera de ver, es una “relación” que ha dado resultados y los propios duranguenses, pueden dar fe de ello, ya que las obras y políticas publica implementadas, son medibles en todos sentidos. Eso dice el, pero no todo es miel sobre hojuelas, pues la declaración romántica de estar enamorado de Durango no basta ni es suficiente para ser presidente municipal de la capital de un estado como pretende hacernos creer el chuleador, si a esas vamos también José Ángel Espinoza “ferrusquilla” estaba enamorado de Durango, prueba de ello es la bella melodía La Monja se Esconde. John Wayne vivía ciertos meses del año en Durango, pues estaba enamorado de la ciudad, incluso tenía un cuarto exclusivo para el en el México Courts. Durango tuvo el poder de enamorar profundamente a Bob Dylan, una de las figuras más prolíficas e influyentes del siglo XXI. Todo empezó cuando Bob Dylan y su esposa Sara Lownds llegaron a Durango en 1972 para que él actuara en la cinta tipo western Pat Garrett and Billy the Kid. El compositor y poeta Dylan interpretaría para el filme el personaje de Alias y también creó una pieza musical en la que plasmó todo lo que el país y el desierto duranguense le estaba transmitiendo, se trata de Romance in Durango. Si seguimos hablando de los enamorados de Durango, resulta que Alejandro González Yáñez, mejor conocido como Gonzalo, tiene un hijo que se llama Durango, lo mismo sucede con el bien recordado Licenciado Mario Vela Salas, un hombre que deberás quiso a Durango y también tiene un hijo con ese nombre. De manera que ejemplos sobran de duranguenses que han estado enamorados de su tierra, y que en su actividad han trascendido y en consecuencia dan a conocer a Durango. El enamorado de Durango, un galán de nombre Antonio “Toño” Ochoa, no supo conquistar enteramente a la novia, el cortejo aún no ha dado resultados, un ejemplo de ello es que dejó pasar dos magníficas oportunidades para demostrar su amor a la tierra que lo vio nacer, dos oportunidades que nunca volverán, que son irrepetibles y Toño Ochoa no aprovechó porque carece del conocimiento y la sensibilidad para ello, y es que su visión alcanza solo para andar diciendo y presumiendo que durante sus dos años de gobierno se ha chuleado la ciudad y el municipio, y de ahí no pasa, es una oferta muy pobre no digna de una histórica y hermosa ciudad como Durango. Si Durango fuera mi hija y Toño Ochoa me pidiera su mano con el débil y embaucador argumento de que está enamorado de ella, yo definitivamente no le concedía la mano y de paso le aconsejaría a mi hija que se buscara un mejor partido.