La noche del 9 de mayo de 1966, y con la bandera de que lo hacían a nombre del pueblo de Durango, un puñado de estudiantes realizaron la toma simbólica del Cerro de Mercado, según ellos como un regalo del Día de las Madres. De inmediato fueron desalojados por elementos del Ejército. Para el dos de junio, un mayor número de estudiantes universitarios y técnicos entraron a los cines a dar la noticia de la “conquista” del cerro, y convocaron a la población a que se sumara a un movimiento que protestaba por la extracción del hierro que realizaba la Fundidora de Monterrey y, además, pedía la industrialización de Durango a través de la construcción de una siderúrgica que generara cientos de empleo y desarrollo. De entonces a la fecha, han transcurrido cincuenta y seis años y se han escrito casi una decena de libros que hablan casi de lo mismo, con la diferencia de que cada autor le da un enfoque diferente, pero pocos se atreven a decir que el tan cacaraqueado movimiento no fue más que una anécdota que sirve de efeméride, pues resultó un engaño y una decepción, ya que no se logró la instalación de la siderúrgica y las cosas transcurrieron muy diferentes a las ideas concebidas en inicio. Que fulano hablaba más bonito que sutano, que los técnicos eran más arrojados o participativos que los universitarios o al revés, que perenganita era la novia de uno de los oradores, que una comisión fue a México a tratar de resolver el conflicto cuando en realidad iban de paseo, que se realizaban asambleas informativas en la plaza de armas, que el asunto tuvo que ver con los bosques, que Gilberto Rosas Simbeck, y luego la desaparición de poderes, que le dieron una pedrada a Rodríguez Solórzano y una innumerable serie de frivolidades que bien pueden contarse en dos o tres libros a lo mucho. Quizá el único logro de este movimiento fue que como nunca, la sociedad en general de la ciudad de Durango se solidarizó con un proyecto muy legítimo y prometedor, todos o casi todos, se sumaron y apoyaron la causa. Un ejemplo de ello, por cierto, hecho que no se le da relevancia entre tanta paja bibliográfica, se refiere a que un grupo de universitarios encabezados por Eduardo Campos Rodríguez, le propuso a Don Hugo Betancourt, entonces director de la XEDU, se informara en su estación de radio sobre las actividades y acciones del movimiento. Don Hugo aceptó e incluso amplió la propuesta, pues se puso de acuerdo con el resto de las estaciones de radio que en ese tiempo eran la XEE, XEE y XECK, para mediante un programa radiofónico, informar a la sociedad duranguense sobre los acontecimientos del movimiento. Era Rubén Buenrostro del campamento “Pétalo Rosa”, quien regularmente le proporcionaba información a Eduardo Campos. El exitoso y esperado programa, tenía cobertura en los estados vecinos de Sinaloa, Chihuahua, Coahuila y Zacatecas. Curiosamente poco se dice acerca de que la inquietud de la Toma del Cerro de Mercado se inició dos años antes, esto a través de un grupo estudiantil que editaba la revista “Vida Estudiantil”, cuyo director era Antonio Villarreal, subdirector Eduardo Campos, coordinador Luis Sergio Soto Jiménez y jefa de relaciones inter escolares María Francisca Osuna Laborin. En la revista número ocho de agosto de 1964, Máximo N. Gamiz Parral escribe un artículo titulado: “Las posibilidades del establecimiento de una siderúrgica en Durango”. Movimiento del Cerro de Mercado, 56 años, casi 10 libros y verdades a medias.
