El pasado viernes ocurrió un hecho trágico en Durango, un elemento de la Dirección Municipal de Seguridad Pública, realizaba un rondín de vigilancia en los límites de las colonias Lázaro Cárdenas y la Luz y Esperanza, el motivo, distintos reportes sobre los constantes enfrentamientos a pedradas entre adolescentes de ambos asentamientos humanos, lo cual, ya se ha convertido en un problema social y de seguridad para las familias de esa zona de la ciudad, ahí José Juan Medina Pérez iba como copiloto abordo de una unidad de esa dependencia, cuando lo sorprendió una pedrada en el rostro, lesión que lo dejó conmocionado, al grado de que él mismo, abrió la puerta abruptamente y cayó del vehículo, provocándose lesiones adicionales que a la postre, le costaron la vida horas más tarde.
Fue la semana anterior cuando acudió el alcalde José Antonio Ochoa con su programa “Hablemos de Frente” a la colonia Luz y Esperanza en donde fue abordado por varios vecinos quienes denunciaron los hechos referidos, por lo que el edil instruyó a Marco Contreras, titular de Seguridad Pública a intensificar la vigilancia en esa zona, entendiendo que lo que se denunció, es que eran adolescentes los que protagonizaban esas riñas, por lo que el trato debería ser sumamente meticuloso y delicado para no cometer alguna violación a los derechos humanos de esos menores de edad, de ahí que la presencia policiaca fuera meramente preventiva y disuasiva.
A pesar de que existe la sospecha de que fue un menor de entre 11 y 12 años el que pudo haber arrojado la piedra y que a la postre terminó con la vida del elemento de seguridad pública, es innegable que nada se puede hacer penalmente en contra de él, por más que se tenga identificado, pues el marco jurídico establece que sólo se puede proceder en contra de un menor infractor, siempre y cuando tenga de 14 a 16 años o de los 16 a menores de los 18 años, lo que significa un problema, pues en este caso en particular, la autoridad está impedida de actuar penalmente en contra de ellos, mismos que al parecer, podrán seguir protagonizando riñas y nada se podrá hacer, más que conminarlos a que ya no lo hagan.
Es aquí cuando quizá nuestros legisladores de todos los niveles, debería darle una revisada a la ley, pues se trata de un precedente sumamente peligroso y que no debería repetirse, por lo que quizá bien valdría la pena que pudieran establecer marcos legales que hagan responsable al tutor o padre de familia del menor que cometa un hecho semejante, pues al final ellos son los responsables de lo que hagan sus hijos, hasta que no sean mayores de edad y quizá ello, haga que no sean tan displicentes con ellos y tengan mayor cuidado en lo que hacen, salvo excepciones donde los menores no tengan adultos a su cuidado, ahí también deberían de buscarse mecanismos de ayuda para orientarlos o canalizarlos a alguna área en donde los puedan ayudar.
