La oposición a la cuarta transformación (#4T) a denunciado que están coaccionando el voto; bajo el argumento del retiro de los programas sociales si no votan por MORENA, o sus aliados. No tengo duda que algunos falsamente lo están afirmando, sin embargo el propio presidente ha insistido que dichos programas, ahora son constitucionales, y son entregados directamente por medio de una tarjeta, y sin la intervención de un líder que pudiera condicionar el apoyo, como se hacia en antaño. Además estos se entregan de forma universal y sin sesgo partidista, aunque otros quieran afirmar lo contrario, por ejemplo entre los beneficiarios de 65 y mas, no se distingue; color de piel, religión, sexo, condición social, incluso si son chairos o fifis. Entonces la solución sería, dar a conocer fehacientemente, que estos programas son un derecho, y su aplicación no está condicionado a temas electorales, tampoco es dinero que mande López Obrador. Aunque no se puede regatear el mérito al presidente, que por su iniciativa, hoy son constitucionales, y esto les quita el sesgo electoral. Si no se sabe, no se quiere creer o entender, ¡eso, es otra cosa!
En nuestro sistema político electoral, es un avance sustancial las prácticas de “democracia directa” en lugar de la “democracia representativa”: referéndum, plebiscito, consulta popular, revocación de mandato. En Chile en 1988 por un “plebiscito” tuvo que dejar el poder el dictador Augusto Pinochet. El pasado 10 de abril se llevó en México, el primer ejercicio constitucional de Revocación de Mandato. Habría que recordar que este de ninguna manera se trató de una ocurrencia, ya que la “revocación de mandato” fue una promesa de campaña del entonces candidato López Obrador.
Las primeras planas de los periódicos publicaron: “López Obrador gana el referéndum sobre la continuidad de su mandato con muy baja participación”. El primer punto es decir su triunfo, es indiscutible. La baja participación tiene varias aristas; pienso que 15 millones de votos a favor de AMLO, no es poca cosa, es un número mayor al que obtuvo Fox y Calderón, además de ser una diferencia mínima de lo que obtuvo EPN. La oposición asegura que el presidente perdió el 50% de los 30 millones de votos con que gano en el 2018, la otra versión, la de los seguidores de AMLO asegura que el propio INE inhibió el voto colocando una tercera parte de las casillas, y que con una simple operación matemática se entiende, que si se hubieran colocado todas, estos 15 millones se habrían convertido en 45 millones de votos
La realidad es que los propios partidos políticos de oposición, aseguraron que asistir era “engordarle el caldo” al presidente, que participar era hacerle el juego y desmotivaron la participación ciudadana. Algo contrario a la naturaleza de los institutos políticos, que promovieron el abstencionismo. Nuestro sistema político electoral, lamenta el abstencionismo, pero este no tiene un valor jurídico y el presidente obtuvo un 85% de los votos, además que dejó en la Constitución que a partir de ahora la posibilidad de revocar el mandato a los primeros mandatarios.
La negativa a la “Reforma Energética” se ha querido vender como un revés al presidente. Sin embargo lo que se buscaba es que los generadores de energía privada no la pudieran transportar de forma gratuita por los cables de la CFE, además que no tuvieran prioridad en la venta y producción. Esto se logró desde que la Suprema Corte, avaló la ley energética que impulsa el modelo que favorece a la CFE. Lo que se dio en el congreso el 18 de abril pasado, fue una guerra de vencidas en torno a la “Reforma Energética” donde ya todo estaba decidido, y la oposición obtuvo un triunfo pírrico, además mientras se realizaba la votación AMLO alcanzaba el 71% de aceptación. ¿Fue acaso un estratagema del presidente para ganar perdiendo?
