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DURANGO TIENE UN BUEN ALCALDE

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La verdadera riqueza de las naciones está en su gente. El objetivo básico del
desarrollo es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de
una vida prolongada, saludable y creativa. En muchos países latinoamericanos, la
municipalidad o el municipio, es considerado un auténtico gobierno local. Está
dotado de un importante grado de autonomía en la toma de sus decisiones y en el
uso de sus recursos y posee atribuciones para recaudarlos. Históricamente la
antigüedad de la institución municipal le confiere, además, una particular
legitimidad frente a los ciudadanos. Incluso en algunos estados de la República
Mexicana, donde la presencia del gobierno central es débil o inexistente, los
municipios tienen antigua y efectiva presencia. Y es que, en el municipio, sus
autoridades conocen los problemas locales mejor debido a su cercanía con la
comunidad. En algunos municipios es común la acción mancomunada entre
municipalidad y ciudadanía. Son innumerables los caminos, escuelas, centros de
salud, puestos de vigilancia policial, canchas deportivas, obras de todo tipo y otras
inversiones realizadas con aportes comunes de la municipalidad y de los vecinos.
Justo eso es lo que está sucediendo en el municipio de Durango desde que
Antonio Ochoa asumió el cargo de alcalde o Presidente municipal. Sin duda el
secreto del buen gobierno municipal que encabeza Toño Ochoa se basa en una
dirección con notorio liderazgo, equipos de trabajo dinámicos y activa participación
de la comunidad. En consecuencia, los resultados se traducen en obras, buenos
servicios, una norma ágil y, sobre todo, impulso al desarrollo local. En su libro Si
los alcaldes gobernaran el mundo, Benjamin Barber, identifica en los alcaldes
exitosos en el mundo, como aquellos que tienen un enfoque pragmático para
gobernar, compromiso personal con los asuntos de la ciudad y habilidad para
construir coaliciones. Barber asegura que los alcaldes o alcaldesas exitosos son
pragmáticos, es decir, buscan hacer que las cosas sucedan y solucionar los
problemas sin distraerse en las cuestiones ideológicas que suelen consumir a la
política nacional. Además, buscan unir a la población de una ciudad para avanzar
hacia una causa común. El pragmatismo de los alcaldes suele ser clave para
solucionar los problemas de una ciudad, pues como en alguna ocasión dijo un
exalcalde estadounidense: “no existe una forma liberal o conservadora de recoger
la basura, simplemente hay que hacerlo”; en ese sentido, como sugiere Barber, los
alcaldes deben reparar vialidades, recoger la basura, arreglar luminarias, mejorar
los parques, entre otras actividades necesarias para el funcionamiento adecuado
de las ciudades. Barber explica que los alcaldes exitosos demuestran un
compromiso personal con los asuntos de su ciudad y se involucran directamente
en la solución de las crisis y los problemas, no sólo porque ello refleja empatía con
las necesidades y demandas de la población sino porque se asumen a sí mismos
como parte real de la ciudadanía; por ello, los alcaldes incluso suelen ser
altamente conocidos en cada barrio o colonia de su ciudad. En ese sentido, los
alcaldes “tienen la posición política para realmente cambiar la vida de las
personas”, pues pueden resolver problemas cotidianos de manera literal, directa,
porque actúan principalmente en una escala local, como una colonia, calle,
parque, plaza, etcétera. En conclusión, los buenos alcaldes o alcaldesas tienen
ciertas cualidades que les permiten realizar una gestión más eficaz, eficiente,
oportuna e innovadora. Hoy en día que vivimos tiempos en los que tendremos que
saber reinventar nuestras ciudades, donde el poder de las comunidades y de lo
local pueden hacer toda la diferencia para vivir vidas felices y plenas, el saber
hacerlo bien, sin equivocarnos, puede ser el gran legado para dejarles a nuestros
hijos y generaciones futuras. En conjunto con los ciudadanos, Toño Ochoa ha sido
capaz de construir ideas con asombrosos cambios comunitarios, muchas veces
sin necesidad de grandes aportes o despilfarro de dinero. Los ciudadanos
duranguenses de la capital del estado consideramos a Toño Ochoa un hombre
honesto y amable, siempre atento y preocupado por los problemas de sus
conciudadanos, por lo que se ha ganado el apelativo de "un buen alcalde". Bueno
sería que, en la segunda edición de su libro, Benjamin Barber volteara a ver como
gobierna Toño Ochoa, lo cual seguramente provocará que la forma y estilo exitoso
de gobernar Durango, aparezca en sus páginas.

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