Uno de los grandes pendientes de la administración federal anterior, es la pacificación del país. La falta de atención o la equivocada estrategia, para enfrentar la violencia agudizada en últimas semanas, particularmente en Sinaloa, continúa arrojando saldos negativos. Desde luego, sus efectos se sienten en Durango, al tener cerradas las vías de acceso, tanto la carretera libre, como la supercarretera a Mazatlán por bloqueos y enfrentamientos registrados recientemente, limitando el flujo turístico en ambas direcciones. Hoy el destino del Ambiente Político nos trajo hasta esa tierra, donde el Pacífico dejó de ser algo sin igual, para convertirse en lo mismo que registran otras latitudes azotadas por la violencia, lanzando una señal de alerta ante esta tormenta de inseguridad, que amenaza con dejar pérdidas millonarias y miles de damnificados.
Las imágenes que circulan por redes sociales, describen un triste paseo del Centenario. Aunque no deja de ser bonita también su Catedral, el panorama en el malecón mazatleco es desolador, mostrando la magnitud del impacto económico, derivado de la situación violenta que inició en Culiacán, y que se ha extendido por otros municipios de Sinaloa, hasta llegar a los límites con Durango. Cabe señalar que nuestra entidad es quien mayormente consume los productos turísticos de Mazatlán, entiéndase por ello, la ocupación hotelera, de antros y restaurantes, etc., y sirve, naturalmente, como ruta de paso para quienes provienen de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Zacatecas y Aguascalientes, y pretenden vacacionar en la Perla del Pacífico, disfrutando a la vez del majestuoso escenario que representa la supercarretera, que a pesar de sus malas condiciones reiteradamente señaladas, no demerita para nada, la belleza de nuestra sierra Madre Occidental.
La cancelación de reservaciones, ha derivado en una severa caída en la ocupación hotelera, registrando niveles inferiores al 40%. Hasta hace unos meses, se hablaba de que en el puerto del Pacífico, ya no había “temporada baja”, gracias a la alta demanda, lo cual despertó la inversión de grandes cadenas y empresarios que vieron a través de la construcción de “condominios”, una alternativa para darle respuesta a dicha demanda. Las tarifas se elevaron de manera importante y, en efecto, ir a Mazatlán dejó de ser “barato”. Sin embargo, los bloqueos carreteros han atemorizado a los viajantes, por lo que los empresarios presentan ofertas muy atractivas, como último recurso para sobrevivir a la crisis provocada por la tormenta de inseguridad en el Pacífico. Solo que la gente prefiere no arriesgarse a quedar atrapados en medio de la carretera. Las cosas han cambiado, aquí hasta un millonario, se siente pobre, aquí la vida, ya no se pasa sin llorar.
Los restaurantes mazatlecos registran una caída superior al 50% en sus ventas; mantener la plantilla laboral, resulta prácticamente imposible, por lo que algunos cierran más temprano, resistiéndose al cierre definitivo, que cada día ven más cercano. Y de este lado, las cosas no son diferentes. La ocupación en cabañas se cayó totalmente; los bloqueos y enfrentamientos, causan el mismo daño para el sector ecoturístico, cuyas consecuencias preocupan a las autoridades de Durango, a diferencia de lo que ocurre con el gobernador sinaloense, Ruben Rocha Moya, quien insiste en negar la magnitud de esta violencia, que por cierto, ya alcanzó a la alcaldesa electa de Mazatlán, quien fue despojada de su camioneta por un comando armado, mientras se dirigía a Culiacán. Por eso urge que se recupere la paz, y que siga siendo un orgullo… el gran orgullo, de ser de Mazatlán.