El día a día nos ha convertido en usuarios y críticos de diversas instituciones públicas de diferentes niveles, ya sea municipal, estatal o federal; hemos recurrido a ellas para hacer un trámite, para ser atendidos, para que nos brinden la información solicitada o para que arreglen algún desperfecto en la colonia. Sin embargo, ¿cómo podríamos saber con objetividad si la institución está cumpliendo con su función? Para saberlo, hay que partir del concepto de eficiencia que, en síntesis y para este caso, se refiere a la capacidad de una organización para lograr un objetivo utilizando de la mejor manera posible los recursos disponibles.
La eficiencia de una institución pública se mide considerando varios factores clave como lo son la Gestión de Recursos –capacidad de la institución para asignar y gestionar recursos de manera efectiva y eficiente-; la Transparencia –claridad en la toma de decisiones y la rendición de cuentas-; Estrategia y Operaciones –La estrategia de la institución debe estar alineada con sus operaciones para lograr objetivos, para esto, la organización debe elaborar planes de trabajo, programas operativos y esquemas de obtención de resultados; y Resultados e Impacto -la evaluación de los resultados y el impacto de las acciones de la institución en la sociedad–.
Estos indicadores permiten tener un panorama más amplio para evaluar el desempeño de una institución y, en el entendido de que “lo que no se mide no se puede mejorar”, constituyen una herramienta para identificar las áreas de oportunidad de una organización.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) desarrolló el Índice de Desempeño Administrativo (IDA) que analiza las capacidades normativas, de cumplimiento de normas de transparencia, recursos humanos y gestión presupuestal de algunas instituciones centralizadas y otras más de carácter autónomo. Es así que, de acuerdo con información publicada en 2023 y derivado de un análisis de la misma, se desprende que las instituciones mejor evaluadas son los organismos autónomos tales como: el Instituto Nacional Electoral (INE), destacado por su capacidad para cumplir con disposiciones normativas. El IMCO menciona también que “hay un mayor cumplimiento en comparación con las centralizadas en la presentación de declaraciones patrimoniales y de conflicto de interés; que las instituciones autónomas tienen mayor estabilidad presupuestaria y mejor ejercicio del gasto con respecto a las centralizadas; y que hay mayor estabilidad en el tamaño de la plantilla de personal que en las instituciones centralizadas”.
En relación con lo anterior, se toma al INE como ejemplo para resaltar que emitió un documento llamado Metodología para el diseño y construcción de indicadores, el cual considera diversos criterios de evaluación de desempeño que incluye factores como:
– Metas individuales y colectivas: Se establecen objetivos claros y medibles para cada área y empleado.
– Competencias: Se evalúan las habilidades y comportamientos de los empleados en relación con las competencias requeridas para su cargo.
– Indicadores de eficacia: Se monitorean los resultados y el impacto de las acciones del INE.
Esto ha coadyuvado en considerar al INE como una de las instituciones mejor calificadas en el país, y este Instituto ha demostrado una gran eficiencia en la gestión de los procesos electorales, al cumplir con sus objetivos.
Finalmente, la eficiencia de una organización en México puede ser medida por diversas entidades u organizaciones externas, dependiendo del contexto y los objetivos específicos. Algunas de estas entidades incluyen:
– Auditores Internos: Evalúan la gestión de recursos y procesos internos para asegurar la eficiencia y eficacia.
– Organismos de Certificación: Verifican el cumplimiento de normas y estándares de calidad, como las ISO.
– Institutos de Investigación: Realizan estudios y análisis sobre la eficiencia de las organizaciones en diferentes sectores.
– Asociaciones Empresariales: Promueven las mejores prácticas y comparten experiencias entre sus miembros.
– Consultoras Especializadas: Ofrecen servicios de evaluación y mejora de la eficiencia organizacional.
No hay que perder de vista que todas y cada una de las instituciones públicas funcionan, en parte, gracias a los recursos económicos procedentes del erario, por un lado; y por otro lado, todas ellas, ya sean centralizadas, descentralizadas, desconcentradas o autónomas; han sido creadas para cumplir un objetivo o función en beneficio de la población; es por esto que, como ciudadanía con ojo crítico y consciente de la necesidad de bienes y servicios de calidad para las personas, debemos analizar la eficiencia de nuestras instituciones y si verdaderamente están cumpliendo con su cometido.
