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No entender los cambios sociales, es ir al fracaso

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Las vacaciones de Semana Santa están muy lejos de cumplir su finalidad religiosa, se acabaron los tiempos que en familia se acudía a los ritos. Los sacerdotes intentan revivir la participación comunitaria, en el fraccionamiento donde vivo, cerca de una hora duró el recorrido por calles el jueves Santo, encabezado por el sacerdote y su feligresía, pudo ser mayor la participación, pero nos parece que es un buen intento de hacer partícipe a la comunidad.
Son días de asueto para que los trabajadoras y trabajadores se levanten tarde, preparen comida de cuaresma hasta donde el bolsillo alcance. Se acabaron los tiempos de las “comilonas”. Cinco, seis y hasta siete platillos adornaban las mesas, desde los preparados con habas, lentejas, garbanzos. Platillos con base de camarones, pescado empanizado, frito y en caldo, sin faltar los postres: capirotada, ensalada de calabaza de castilla, torrejas con miel de maguey.
Hoy, eso ya no existe, uno, y si bien va, dos platillos y pare de contar, el horno no está para bollos, los políticos que están tras el poder, dudamos lo hayan vivido la estrechez económica, y menos lo vivan, la mayoría vienen de familias pudientes que no saben de limitaciones, ni de las consecuencias y el dramatismo de vivirlas.
Tampoco se necesita ser de la pobreza para ayudar a los de abajo, la abundancia no debería de estar reñida con ser seres humanos, y la política, que su finalidad es propiciar cambios para que terminen las desigualdades menos. Pero la realidad es otra.
Los de poder económico quieren acrecentar sus riquezas pasando por quién sea. Un empresario es un individuo a la defensiva para que no lo destruya la competencia, y a la ofensiva para destruir al que se pueda, es el capitalismo salvaje.
En México se ha dado la explotación oprobiosa del trabajador, durante casi medio siglo subieron el salario mínimo entre un 3% y un 5%, argumentaban que aumentarlo provocaría inflación, la llamada Comisión Nacional de Salarios Mínimos, aceptaba por instrucciones presidenciales los incrementos miserables.
En los poco más de tres años de este gobierno, se ha aumentado en más del cincuenta por ciento el salario de los trabajadores, con sus excepciones, como el de los universitarios que recibieron menos del 4%. Con ello, ha quedado demostrado que el miserable incremento que en más de cinco sexenios recibieron los trabajadores, era para que los empresarios ambiciosos engordaran sus cuentas abiertas en los paraísos fiscales, ni siquiera impuestos pagaban.
Los tiempos cambian irremediablemente, la sociedad se transforma, el neoliberalismo se hace viejo, no nos sorprende que los dirigentes de los partidos no entiendan la dialéctica social, el pragmatismo los llevó a perder identidad, convicciones, causas sociales.
No sabemos cómo van a hablar de Benito Juárez y los grandes intelectuales de la reforma si se volvieron conservadores. Como van a reivindicar los postulados de la Revolución Mexicana si se aliaron a los enemigos de Zapata y Villa.
Como van a retomar a Lázaro Cárdenas si están en contra de su concepción nacionalista, o de Adolfo López Mateos, que expropió la energía eléctrica, incluso de intelectuales más contemporáneos como González Pedrero, Jesús Reyes Heroles, por ejemplo. El PRI debe conservar sus siglas, pero debería llamarse; Palero Reaccionario Institucional. O no.

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