Tanto el PRI, como el PAN, están muy lejos de tener las fortalezas que sus dirigentes nacionales, Marko Cortés y Alejandro Moreno (Alito), afirman tener. Es claro que la alianza “Va por México” se urdió en los laberintos de la derecha empresarial. El PRI y al PAN, presurosos la aceparon y ejecutaron, sin que mediara la más mínima consulta con su militancia.
Hasta hoy, ninguno de los dos partidos ha ganado con esa aventura política, lo más absurdo es que la siguen sosteniendo, todo parece indicar, será la misma estrategia que apliquen el próximo año en las elecciones de Coahuila y México.
La alianza “Va por México”, que pretendió ser la gran opción política para derrotar a Morena, fue un fracaso total. La derecha venía hilvanando una serie de intentos contra el presidente López Obrador y su proyecto de gobierno, desde:
Movilizaciones, en donde los ricachos llevaban a sus empleados para auto engañarse de que eran gran multitud. Intentos por azuzar al ejército contra el presidente. El plan de tomar palacio de gobierno a partir de las carpas instaladas en el Zócalo por Frena. El golpe blando, las descalificación diaria y permanente de todo lo que haga el presidente, responsabilizarlo de la violencia. Utilizar a los medios tradicionales para atacar y mentir, etc.
Un amplio abanico de acciones tendiente a desestabilizar al gobierno federal que se tradujeron en fracasos rotundos. El presidente López Obrador, respondió con una política social y obras de fuerte impacto, eso no solo le mantienen alta su aprobación, también obtener triunfos electorales contundentes de Morena.
El fracaso del proyecto desestabilizador de los empresarios de derecha, ejecutado por PRI y PAN, no podía sino traer una crisis interna de estos partidos, y de sus líderes nacionales, que articularon todo el entramado.
El dirigente de Frena, Gilberto Lozano, está desaparecido, podría estar recibiendo algún curso intensivo de terrorismo, impartido por la derecha española, alemana o francesa; pero también, estar en algún centro de atención especializado para curar su esquizofrenia con terapia del garrote, en las inmediaciones del ex Cuartel Juárez.
Tanto Alejandro Moreno, como Marko Cortés, se hermanaron con su desafortunada alianza, el éxito soñado por los empresarios de derecha de ganar las elecciones pasadas, los iba a catapultar hasta ser los candidatos a la presidencia el 2004, según su guajiro sueño.
Es cierto, tanto Marko como Alito, han ido escalando, pero la montaña de la ignominia, hasta hoy, solo ellos y algunos incondicionales en los estados, creen que están fortalecidos, unidos, y listos para ganar las próximas elecciones, incluyendo la presidencia de la república. Cuando los líderes estatales, los vean en desgracia, también les darán una patada en el trasero.
Si bien, a partir de los audios surgidos de los sótanos del PRI, difundidos por la gobernadora Layda Sansores, le han quitado todo el disfraz a Alejandro Moreno, quedando de él un ente, tramposo, inmoral, cínico y siniestro. Su permanencia dentro del PRI, sólo se explica en función de un deterior más ridículo que el del, el PST, el PARM, el llamado ferrocarril, y otros partidos paleros que extinguieron.
Antes de su reelección, Marko Cortés traía fuerte oposición, acusado de manipular padrones para seguir en la presidencia panista, se impuso ante fuerte rechazo de la militancia. Ha conducido al PAN hacia el abismo, ahora tendrá que enfrentar la exigencia de su renuncia. De seguir éstos liderazgos, pronto sus partidos se convertirán en: “Lo que el viento se llevó”. O no.
