El miércoles pasado, las declaraciones emitidas en medios de comunicación por el regidor priísta Toño Morales, causaron un verdadero “rebambarambo” pues “sin ambages” calificó al ex gobernador Rosas Aispuro, como el ratero más famoso de Durango, ademas dijo que no se descansará, hasta que pague por los desfalcos registrados. Esto después que se dieron a conocer las observaciones que realizó la Auditoría Superior de la Federación (ASF), por más de ocho mil cien millones de pesos. Pero además se debe precisar; que esta cantidad, es exclusivamente por los señalamientos correspondientes al año 2021, por lo que no seria extraño, que pronto conociéramos más desvíos respecto a otros años, además porque se asegura; según declaraciones de las propias autoridades, que el boquete financiero, que dejó el auto llamado “gobierno del cambio” oscila sobre los 30 mil millones de pesos.
El grave desorden financiero cometido en el aispurato, es cosa del pasado, pero no así sus múltiples consecuencias. La ASF, no puede permitir que esta multimillonaria cantidad quede sin justificar, por ello; pudiera pedir al actual Gobierno de Esteban Villegas, que la justifique o que regrese el dinero. Acción que sería imposible, pero, que sí pudiera lastimar la extraordinaria relación que ha construido nuestro primer mandatario con el gobierno federal. Esto si la federación tratará de endilgarle un tema que no es su culpa, además que ni la debe, ni la teme. Entonces es mucho mayor la posibilidad, que pasado el término legal para justificar los desvíos, la propia ASF finqué responsabilidad sobre Aispuro Torres y algunos de sus colaboradores. Aunque por supuesto esto no será tan rápido como lo quisiéramos ver.
Las declaraciones de Toño Morales, tuvieron eco en la sesión de cabildo del jueves pasado, donde la aún vocera de Aispuro, disfrazada de sexta regidora, realizó una penosa apología del gobierno al que perteneció, donde afirmó; estoy convencida que no todo fue malo, además se subió en una retórica filosófica, hablando de “la maldad de los buenos” y la bondad de los malos” esto al más puro estilo de los libros de Claudio Palma. En un micro informe exalto, entre otros temas los supuestos apoyos sin precedentes al área rural. Sin embargo los números son lapidarios, ahora se sabe que el supuesto gobernador municipalista, en realidad desvío recursos de los 39 municipios. Vero, asegura que tan solo son observaciones, y se debería esperar a que termine el proceso de aclaración el cual puede durar más de un año. Pero seguramente no ignora, que hablar de observaciones es un eufemismo de desvío y robo, no existe manera de dIsimular u ocultar el estercolero que dejaron, las evidencias están a la vista.
La réplica de Toño Morales fue contundente, dijo a Vero: Si quiere seguir creciendo en política; se debe despojar de ese jefe, no tenga dudas que las autoridades están armando carpetas para llevar a este tipo de personajes tras las rejas. El secretario de finanzas del gobierno anterior es un prófugo de la justicia con tarjetas ante la Interpol, el único legado de Aispuro, es de corrupción, prostitución y perversión de las instituciones. Cerró diciendo: “tenga tantita vergüenza compañera, a mi si me duelen los 600 millones que le robaron al municipio de Durango. Y es que Morales Guzmán tiene razón, mientras que el propio alcalde Toño Ochoa, junto con todas las fracciones de regidores, buscan regresar ese dinero, Vero a hecho un cómodo mutis al respecto.
Si bien es cierto; que no a fenecido el tiempo legal para sustentar las observaciones realizadas por la ASF, ya existen pruebas contundentes de malos manejos, por ejemplo: los retiros en efectivo y sin justificación que se dieron durante todo el sexenio, por 1500 millones de pesos, los 300 millones etiquetados a la UJED, además los 1600 millones para municipios que nunca se entregaron, estos son hechos probados y documentados que son tan solo parte de la punta del Iceberg.
El calificativo que da Toño Morales, más bien lo pudiéramos considerar descriptivo, además es casi un piropo, comparado con el que tendríamos la mayoría de los duranguenses.
