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Salud mental, el siguiente paso.

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Estremece escuchar el porcentaje de suicidios a nivel nacional, pues de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) del 2017 al 2022 el incremento en el número de suicidios se ha mantenido de manera constante, lo que obliga a los gobiernos a trabajar en dar un siguiente paso, específicamente hablando de fortalecer la estrategia para disminuir estas cifras que son verdaderamente alarmantes.

Y es que en verdad genera preocupación cuando hay situaciones, como en el caso de Durango específicamente, cuando escuchamos hablar de una joven de apenas 18 años, originaria de la comunidad de Mimbres, que intentó quitarse la vida llevando entre sus brazos a sus menores hijos, donde afortunadamente la intervención de las corporaciones le impidieron que lograra su cometido. El asunto es que si bien se pueda lograr inhibir los suicidios en el momento, esto tiene un origen que se debe atacar con la atención de la salud mental, algo que para muchos sigue siendo un “tabú”, pero que el asistir a terapias, con especialistas, podría salvar muchas vidas.

Quizá es momento de pensar en que la psicología sea parte ya del sistema educativo nacional, y que a través de mecanismos establecidos por los profesionales en la materia, se le brinden a los niños las herramientas básicas para impulsar su crecimiento emocional con cimientos fuertes, que los formen para la vida. Más allá de ser un área de asistencia, que ya existe en la mayoría de los centros educativos, creo que si hacemos que los menores dediquen algunas horas por semana a conocer el manejo de sus emociones, sabrán afrontar una serie de dificultades durante su adolescencia y desde luego en la etapa adulta.

Porque todo está estrictamente ligado a nuestro entorno de crecimiento, desde la familia, los amigos, en el aspecto social y laboral, pues las relaciones humanas implican cambios en nuestro estado de ánimo, máxime cuando agregamos problemas como el desempleo, la falta de recursos, la pérdida física de seres queridos, relaciones amorosas, entre otras, por lo que de existir un modelo educativo que le dé prioridad a la atención de la salud mental, desde los primeros años del aprendizaje, se podrá garantizar la disminución en trastornos como la depresión y la ansiedad.

La dinámica de los padres en muchas ocasiones ni siquiera permite que los niños crezcan en un ambiente sano, incluso hay a quienes les genera inseguridad para relacionarse socialmente con otras personas, provocando que se aíslen de un mundo que para ellos es ajeno. Y esto genera adolescentes rebeldes, que son fácilmente influenciables por las drogas y el alcohol, basando sus adicciones en que no son comprendidos por quienes se supone que los aman; una creencia, en la mayoría de los casos errónea, pero esa vulnerabilidad mental precisamente es producto de que no cuentan con herramientas para fortalecer su carácter.

Es momento de dar el siguiente paso en los hechos, más allá de los discursos políticos se necesitan acciones contundentes, que se empiece a “sembrar” desde hoy lo que en un futuro debemos “cosechar”, que serán ciudadanos fuertes de mente, de invertirle a verdaderos proyectos que impacten en las familias mexicanas, pues si bien los Institutos de Salud Mental juegan un papel importante, situaciones de salud como la pandemia ocasionada por el Coronavirus, han rebasado ya la capacidad de quienes operan estas áreas gubernamentales, por lo que es momento de construir junto a la sociedad en su conjunto.

Mucho se habla del fomento al deporte como una política pública que fortalezca la identidad y desarrollo de los jóvenes, y está bien, pero antes de ello debemos estar mentalmente preparados, y ello se aprende desde el inicio, desde que los niños son más susceptibles al aprendizaje, ahí está la clave.

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