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LOS HERRERA, UNA FAMILIA DE EXTIRPE EN LA LAGUNA

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Estando en Torreón en el mes de febrero de 1958, el entonces candidato a la Presidencia de la República, Adolfo López Mateos, declaró que 70 años atrás los hombres y mujeres de la comarca lagunera habían vencido el desierto. Esta región fue en la Revolución fue la tumba del huertismo y en el periodo de Lázaro Cárdenas la tumba del latifundismo. Cuando en agosto de 1935 se firmaba en uno de los cuartos del Hotel Salvador ubicado en la ciudad de Torreón, el contrato colectivo de trabajo que se formuló para dar fin a la huelga de los trabajadores agrícolas que se había iniciado en la hacienda “Manila”, los hacendados de la región lagunera y los campesinos que lo signaron, estaban escribiendo el prólogo del reparto agrario que un año después, en octubre de1936, iba a realizar el Presidente de la República. En aquellos días, las ciudades, villas y pueblos de la región, eran solo entornos provincianos que mal albergaban a sus visitantes en tres o cuatro hoteles. En Torreón existía un restaurante propiedad de un chino que reunía a la mejor clientela de la región. Se encontraba situado a una cuadra del pomposo casino de La Laguna, en esos entonces cerebro y centro del latifundismo norteño y orgullo bastión de los enemigos de la Revolución Mexicana. Era evidente que la explotación agrícola que realizaba el latifundio, estaba enriqueciendo a la mayor parte de sus dueños, quienes derramaban solo una ínfima parte de sus utilidades en fomentar la prosperidad de la provincia. Fue necesario que Lázaro Cárdenas llegara en 1936 a cumplir un mandato constitucional para que la privilegiada zona lagunera desenvolviera sus posibilidades y diera lugar a que surgiera un centro poblacional de primerísima categoría, en donde comenzaron a actuar con inusitado ritmo ascendente, la banca, el comercio, el turismo y se realizara así, una de las más apasionantes etapas en el desarrollo del país. Con la distribución de la tierra, se inició una era de optimismo, y llegaron a la comarca personas de todas las latitudes decididos a conquistar estas tierras. No todos lo lograron, alcanzar el triunfo no es para todos, solo para seres humanos trabajadores, empeñosos, serviciales, compasivos, emprendedores. En esa comarca se establecieron los padres de Carlos Herrera Araluce, un hombre excepcional que supo enfrentarse a toda clase de infortunios. Los padres de Don Carlos decidieron radicar en La Laguna para aprovechar las oportunidades de negocios que ofrecía esta región en pleno auge agrícola. Durante sus 80 productivos años de vida, Don Carlos incursionó en diversas facetas, destacando y dejando huella en todas. Uno de sus sellos característicos fue el enorme amor por su ciudad, Gómez Palacio, a la que cuidó y defendió desde diversas trincheras.  En el ámbito político, ha sido calificado como el mejor Alcalde que ha tenido Gómez Palacio, cargo que ocupó dos veces, de 1974 a 1977, época en que fundó el parque industrial al que bautizó como “el desierto mejor iluminado del mundo”, y posteriormente fue alcalde de 1998 a 2001. Fueron periodos en los que la ciudad alcanzó su mejor desarrollo, tanto industrial como comercial, habitacional y de servicios, además de dotarla de infraestructura en materia cultural y social. Su firmeza en el mando del municipio estaba fuera de discusión, pues no se doblaba ante nada. De carácter fuerte y trato cordial, su palabra valía más que una firma. Siempre decía que ninguna crisis aguanta 16 horas de trabajo al día, y en efecto, él hacía válida la frase dedicándose por completo al trabajo que cubría desde los diferentes cargos que ocupaba, tanto en la política como en las actividades empresariales o en el sector agropecuario. A esta extirpe pertenece su hija Leticia Herrera Ale, heredera de los mismos atributos de su señor padre, por eso cuando Gómez Palacio es gobernado por los Herrera, de inmediato se nota el cambio. Todos los días, Lety Herrera siente muy de cerca el cariño y el agradecimiento de los gomezpalatinos por su sacrificio y consagración al trabajo. Igualmente, todos los días, la señora Lety da muestras de esa humildad que caracteriza a los hombres y mujeres de una sola idea: luchar por el bien de todos. Desde hace poco más de un año, el municipio de Gómez Palacio nuevamente está bien gobernado, atrás quedaron las pillerías, las corruptelas, el nepotismo y la ineptitud de la anterior administración. Una de las frases imperdibles de la novela Cien años de Soledad dice que la estirpe de los Buendía no tendría una segunda oportunidad sobre la tierra. Para fortuna de los seres humanos que viven en la comarca lagunera, especialmente en Gómez Palacio, la estirpe de los Herrera continuara por generaciones teniendo y proporcionando oportunidades de trabajo y bienestar a sus habitantes, pues Leti Herrera y su familia están acostumbrados a entregarse al trabajo y a cumplir con cualquier tarea.

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