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En la tragedia de Acapulco, “Otis” no es el único culpable

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“Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”: Mario Benedetti

Muchas veces hemos escuchado decir que la información nos da poder. El poder de tomar decisiones inteligentes y a tiempo, máxime si se trata de salvar nuestra vida.

Estamos en el año de 2023, donde hemos escuchado hablar del mejoramiento de las tecnologías que permiten prevenir desastres, como un huracán, por ejemplo, por ello es inaceptable y poco creíble que el gobierno de México no tuviera conocimiento de las dimensiones con las que iba a pegar el huracán “Otis” en Acapulco, Guerrero.

La responsabilidad por supuesto es del gobierno de la República, sin embargo, como lo documenta con total claridad la periodista Peniley Ramírez, en su columna de ayer en un periódico de circulación nacional, “ocho horas antes de tocar tierra, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos confirmó que Otis se intensificaba muy rápido. Aquí no se percibía la amenaza”.

Nadie informó con claridad a los habitantes de Guerrero, del puerto de Acapulco, y menos a los turistas que se encontraban de vacaciones para que pudieran desalojar los hoteles o mínimo supieran lo que estaba por suceder, pero sobre todo la magnitud del desastre.

Por supuesto que el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, estaba monitoreando a “Otis”, desde las tres de la tarde del 25 de octubre se informó que tocaría tierra catalogado como un “huracán catastrófico”.

No hay evidencias contundentes de que el gobierno de la república, ni el gobierno del estado, ni el municipio de Acapulco, haya alertado a la población de lo que iba a suceder.

Lo inaceptable de esta situación es que el gobierno de México, no se haya preocupado por declarar de inmediato la aplicación del plan DNIII que se supone debe hacerse para que el ejército realizara su labor de ayuda a los damnificados por el huracán.

Las imágenes de fotografías y videos de la tragedia revelaron la desesperación de los habitantes de Acapulco, lo cual generó la rapiña en todos los establecimientos comerciales, no había autoridad que lo impidiera y menos una acción ordenada para dar ayuda a los miles de afectados.

Los estragos del huracán dejaron daños en más de 220,000 viviendas de Acapulco y Coyuca de Benítez, y cortes de electricidad que afectaron a 513,524 personas y daños en 80% de los hoteles del área, de acuerdo con datos de la Coordinación Nacional de Protección Civil, según se dio a conocer apenas ayer.

 

En el pasado cuando se ha tenido conocimiento de las dimensiones de un huracán, las autoridades previenen las acciones a realizar, por ello es inaceptable que se dijera que no se tuvo la información, lo cual no es ni creíble ni posible, por ello Otis no es el único culpable, por supuesto que hay otros responsables que no quieren aceptarlo.

 

Lo que se tiene que hacer es que nosotros como ciudadanos nos unamos para ayudar a nuestros compatriotas de Guerrero y sobre todo exigir que realmente les sean entregados porque ya en el pasado hemos sido testigos de que se ha lucrado con los donativos.

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