La frase política de Francisco I. Madero, “sufragio efectivo no reelección”, fue el eje fundamental para terminar con más de 30 años de Porfirio Diaz como presidente de México. Esa frase por cierto, la vimos en millones de oficios firmados por funcionarios públicos. El nepotismo y la reelección en nuestro país, ha existido de muchas formas recientemente, desde las famosas “juanitas” y “juanitos”, hasta los no menos famosos chapulines. Temas que con el tiempo, se hicieron legales a partir de 2014 cuando fue presidente Enrique Peña Nieto.
Si el autoritarismo es herencia de los aztecas, los presidentes de la República y gobernadores de los Estados de las entidades federativas lo han mejorado y refinado con su “estilo personal de gobernar”. En este contexto, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo envió al congreso de la unión como parte de la reforma electoral, terminar con la reelección y el nepotismo que es la marca registrada de la clase política mexicana. Como usted recordará, en los primeros días de su mandato Enrique Peña Nieto, se “sacó de la manga” el llamado pacto por México que firmaron el PRI, PAN y PRD.
A cambio de hacer negocios como la reforma energética, Peña Nieto les ofreció a los partidos que firmaron el pacto por México, algo que no podían rechazar: la reelección. Y Peña Nieto, conocedor de las ambiciones perversas de la clase política, agrupadas en un sindicato llamado “Partidocracia S.A de C.V”, los conformó con un plato de lentejas a cambio de negocios millonarios. Por esa razón, hoy vemos a diputadas y diputados federales, diputadas y diputados locales, con posibilidades de reelegirse hasta en cuatro ocasiones. En el caso de las senadoras y senadores, no cantan mal las rancheras, se pueden reelegir en dos ocasiones que significan 12 años de privilegios y negocios.
El nepotismo en nuestra clase política, está lleno de historias donde familias ejercen el poder como si fuera México su patrimonio. Muchas y muchos que se dedican a la noble profesión de la política, unos son presidentes municipales y su esposa diputada local, también tenemos en algunos Estados familias que se heredan las gobernaturas y ni se diga, cuando tienen en sus gabinetes a hermanos, hermanas, compadres, amigas y amigos por decir lo menos. Para justificarse utilizan el siguiente argumento: ¡tenemos el derecho humano de votar y ser votados! Por eso es muy común escuchar; “si mi esposa es gobernadora y yo senador de la República, ella ha hecho una gran carrera política, y solo es circunstancial que seamos esposos y estemos casados por separación de bienes”.
El nepotismo es también, un problema de moral y de principios éticos, porque no es como decía Gonzalo N. Santos: “la moral es un árbol que da moras”. Celebramos que la presidenta de México haya enviado al congreso de la unión una reforma para terminar con la reelección porque al final de cuentas, es solo una forma de eternizarse en el poder. Por ejemplo: una senadora o senador que dura 12 años después de terminar, puede ser diputada o diputado otros 12 años, que sumándolos serían 24 años, claro, nosotros pagándoles sus privilegios y sueldos con nuestros impuestos. Habrá que esperar que en el congreso de la unión aprueben estas iniciativas por la salud pública y el bien de nuestro país.