El jazz, conocido como una de las formas de expresión musical más influyentes y versátiles del mundo, tiene sus raíces en la confluencia de la cultura africana y europea en Estados Unidos hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Este género musical, que inicialmente brotó de las comunidades afroamericanas de Nueva Orleans, es una expresión de la libertad, la innovación y la mezcla de culturas, reflejando las complejidades, las luchas y las alegrías de la experiencia humana.
Una de las características distintivas del jazz es su énfasis en la improvisación. A diferencia de la música occidental clásica, que se basa en la precisión de la ejecución de partituras detalladas, el jazz invita a los músicos a explorar y a innovar en tiempo real. Esta improvisación no solo se manifiesta en los solos, sino también en el diálogo constante entre los miembros de la banda, donde el intercambio de ideas musicales fluye de manera espontánea y orgánica, convirtiendo cada actuación en una experiencia única e irrepetible.
El desarrollo del jazz se ha dividido en numerosos estilos que reflejan las diversas eras y geografías desde donde estos se originaron. El New Orleans o Dixieland Jazz captura la energía cruda y festiva de las marchas y parades en sus inicios. La era del Swing o Big Band transformó el jazz en música de baile popular durante los años 30 y 40, caracterizada por grandes orquestas lideradas por figuras como Duke Ellington y Count Basie. El Bebop, con iconos como Charlie Parker y Dizzy Gillespie, marcó un cambio hacia una música más compleja y menos enfocada en el baile, privilegiando la velocidad y la innovación armónica.
El Cool Jazz surgió como una respuesta más suave y reflexiva al Bebop, mientras que el Hard Bop revivía elementos del blues y el gospel en el jazz. La era del Free Jazz, con pioneros como Ornette Coleman y John Coltrane, desafiaba las convenciones armónicas y formales, llevando la improvisación a nuevos extremos. El Fusion, por otro lado, mezclaba el jazz con otros géneros como el rock, el funk y la música latinoamericana, demostrando su capacidad inigualable para adaptarse e incorporar influencias.
Aunque en sus inicios el jazz fue marginado y estigmatizado por su asociación con las comunidades afroamericanas, con el tiempo ha sido reconocido como una forma de arte mayor, no solo por su riqueza musical, sino también por su impacto en el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos. Figuras del jazz como Louis Armstrong, Ella Fitzgerald y Miles Davis no solo son recordados por su extraordinaria habilidad musical, sino también por su contribución a la lucha por la igualdad y la justicia social.
En el siglo XXI, el jazz continúa evolucionando y reinventándose a través de artistas que fusionan tradición con influencias contemporáneas, manteniendo viva la esencia improvisatoria y experimental que lo caracteriza. La UNESCO ha reconocido la importancia del jazz declarando el 30 de abril como el Día Internacional del Jazz, subrayando su rol en la promoción de la paz, el diálogo entre culturas, la diversidad y el respeto por los derechos humanos y la dignidad.
Me enamoré profundamente del jazz desde que vi la película Soul de Disney, que aborda la vida de un profesor de música cuya ilusión en la vida era alternar con una saxofonista. Ese filme me hizo recordar la pasión musical de mis antepasados y entenderla a través de este peculiar género que lo hace a uno fugarse de la realidad para trasladarse a una isla de paz, acompañado por los solos del contrabajo o el saxofón barítono que son mis sonidos favoritos del jazz.
Hace días me sumergí por la fonoteca de Radio Universidad y me encontré un programa exquisito de jazz, denominado Jam Session conducido por Jaime Hernández y Evodio Escalante, quien aportaba los discos y juntos produjeron un programa histórico, digno de volver a escucharse las noches del fin de semana, rumbo al 50 aniversario de XHHD, 100.5 FM, La Voz de la Identidad Universitaria.
