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De tin marin…

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Desde julio del año pasado y motivado desde la presidencia de la república, comenzó un juego, se llama el juego de las corcholatas y es que así lo bautizó el propio Andrés Manuel López Obrador. Este particular juego, consiste en sencillas reglas: son 4 jugadores, 2 hombres participando, 1 mujer que también juega y el maestro del tablero quien manda ante todo y en todo momento; cada uno deberá recorrer 32 casillas del tablero del juego, cada casilla tendrá retos distintos, algunas podrán representar una campaña electoral, otras una entrevista, alguna más pudiera ser una crisis de gobernabilidad o alguna situación política compleja, pero, mientras se recorren cada una de las casillas, no se debe perder de vista que ante todo, deben mantener el agrado del maestro del tablero, posición privilegiada que en cualquier momento puede decidir hacer algún cambio abrupto entre los participantes e incluso destituir o sacar de la contienda a su antojo si alguien no cubre sus expectativas. El juego durará el tiempo que el maestro del tablero considere, recordemos que en todo momento y ante todo es la máxima autoridad, incluso por encima de cualquier otra autoridad que pudiera presentarse a lo largo de la contienda y será el maestro del tablero quién sabrá recordarles que solo él puede generar las reglas y métodos que considere para llevar a cabo la partida.

Cada corcholata o participante, deberá de ir sumando adeptos en su recorrido, es importante contar con un equipo que los apoye a exhibirse e incrementar su imagen. Tip del juego, siempre será de mucha ayuda que, dentro de estos adeptos, se busque enlazar figuras o ex jugadores de fácil reconocimiento y relación, que puedan simplificar con sus habilidades el  recorrido de las casillas, en este juego a diferencia de otros, no hay muertos, solo pausas momentáneas en el tablero y aquellas fichas que al parecer ya no están sobre la mesa, bien pueden dar o quitar puntos desde fuera o reaparecer en cualquier momento. Y vaya que a diferencia de este perverso juego, afuera sí que hay muertos, más de 120,00 y desgraciadamente siguen sumándose. Volviendo a las reglas, o ausencia de ellas; los participantes podrán expresarse en cualquier momento y de la forma que mejor les convenga, podrán tocar guitarra, jugar al yoyo, pueden dar su número de whatsapp, pueden llevar uniformes, podrán mostrar aspectos de su vida privada, sus gustos y pasiones e incluso, poner en pausa las actividades más fundamentales de sus labores, todo con tal de seguir en la contienda. Y es que, dicen algunos que conocen de estos juegos, que nadie puede juzgarlos o sancionarlos sino, hasta septiembre del próximo año, cuando realmente se comience otro torneo.

Lo que los contendientes no saben o quizá sí; es que en este juego, la decisión de quién lo gana ya está dada, tal vez sea por un tin marín del maestro del tablero, o quizá, aparentarán medir en una encuesta los puntos obtenidos a lo largo de la contienda, cada uno podrá haber hecho su mejor esfuerzo, representar una amistad añeja o haber sacrificado su espacio con tal de ganarse la gracia; pero todo ello, incluso pueda no ser suficiente para el maestro del tablero, quién, al final, pudiera simplemente estarse solo divirtiendo y utilizando este escenario para distraer la atención de lo que realmente está pasando y debería de estarnos ocupando.  

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