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Una golondrina no hace verano

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El Partido Revolucionario Institucional (PAI), se encuentra inmerso en intensa guerra interna. Quizá nunca en la historia de este partido había tenido tan fuertes contradicciones entre los grupos que lo integran. Esto no puede explicarse más por su profunda crisis, la perdida de su estructura vertical; elementales liderazgos que sustituyen la disciplina con el desplazamiento burdo, y la imposición grotesca. Hoy sus bases ni siquiera son invitados de piedra, son solo espectadores de penosa política circense.
Los ex presidentes del otrora poderosos PRI, simplemente salieron ninguneados de la reunión que tuvieron con el dirigente nacional Alejandro Moreno (Alito). La verdad que los ex hombres y mujeres fuertes del PRI, carecen de fuerza estatutaria para pedir la renuncia de nadie, los más lamentable, todos son parte de la estructura que sirvió de sustento a las políticas neoliberales, que tanto daño le hicieron a nuestro país.
Los ex presidentes del PRI, sin excepción, formaron la aristocracia política que los enriqueció, los ensoberbeció, fueron, en su tiempo, colocados en pedestal de la plutocracia, de la alianza de facto con poderes fácticos legales e ilegales, constructores del andamio jurídico y legislativo con los que se construyó el modelo neoliberal mexicano que terminó por aniquilar todo.
Por eso, la lucha interna por lo que queda del PRI, no va al fondo de las causas de su descomposición. Tocan las derrotas electorales estrepitosas y culpan a Alejandro Moreno, pero todos son responsables de la barca que zozobra, en la que convirtieron al crucero en el que hacían sus travesías llenas de glamour.
Todos ellos fueron construyendo por décadas la catástrofe priista, solo los muy limitados creen que esta se da a partir de las elecciones del 2018. Al PRI le quitaron sus alianzas populares para construir la oligarquía. Al PRI lo despojaron de identidad mandando al diablo su sustento que fue durante décadas los principios emanados de la revolución mexicana. Hoy, nadie sabía definir su ideología, Beatriz Paredes llegó a decir que el PRI era de izquierda.
Su alianza con la derecha terminó por llevarlo hasta la ignominia, aniquilando su endeble juarismo, su pálido nacionalismo, pulverizando su sustento institucional. Antes daban migajas, ahora dan pena.
Alito es la síntesis de todo un proceso, podrá sostenerse en el poder hasta agosto del 2023, podrá salir en dos o tres meses, depende como se manejen las fuerzas en pugna, pero no va a pasar nada, su destino ellos mismos los trazaron con base una corrupción que aniquilo todo contenido y puso en subasta muchas cosas valiosas con las que contaban la nación y que apenas se están recuperando.
Los que quieren al PRI para regresar a la vida frívola e irresponsable, morirán en sus nostalgias; los que quieren al PRI para tener control político y las maniobras billonarias solo serán bufones, protagonistas del cinismo, ya ni siquiera irán al panteón de la historia, serán arrojados a ignorada fosa común.
Así es la realidad del PRI, el partido que pudo construir una diferente realidad de México, el PRI que pudo hacer de nuestro país el más importante de américa latina, el PRI que pudo construir un modelo democrático y una sociedad justa. El PRI, devorado por la vanidad, la soberbia, la corrupción y la impunidad. Hoy, recoge lo que sembró. Cierto, ganó Durango, pero una golondrina no hace verano. O no.

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