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Conservadurismo legislativo

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Tengo muchos años escuchando el pretexto de que “Durango es conservador” para justificar el atraso económico, social, cívico y de convivencia que prevalece en la sociedad y en las instituciones públicas que deberían ser laicas como establece la constitución y no instrumentos para mantener en el subdesarrollo cultural a la gente, a la cual se le siguen imponiendo leyes con las perspectivas prejuiciosas del siglo pasado con la finalidad de negar derechos que son plenamente reconocidos por los organismos internacionales, es decir, “por el mundo civilizado”, incluso, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.


Lo cierto, es que en lo últimos años los diputados han creído que el mundo y sus procesos culturales se van a detener hasta que ellos rompan con sus prejuicios, ya deben dejar de utilizar como pretexto el “conservadurismo” para justificarse por sus limitaciones de pensamiento y su falta de compromiso social, su única responsabilidad es darle funcionalidad al orden jurídico y apegarlo a la realidad, en cambio, se han esmerado en frenar las perspectivas más progresistas en cuanto al respeto y a la promoción de los derechos humanos que son parte de la normalidad en las democracias más avanzadas.


Los diputados son muy importantes en una sociedad porque de ellos depende la convivencia, las oportunidades y las opciones para que las personas puedan desarrollar sus potencialidades, realizarse y ser felices, ese es el sentido de las leyes y es evidente que los partidos políticos han sido sumamente irresponsables en relación a que postulan a cualquier persona, sin importar si tienen la preparación humana y profesional para comprender siquiera los temas que se debaten, sus alcances jurídicos y las consecuencias sociales.
Cada vez que los diputados ponen como pretexto el “conservadurismo” para frenar cambios que le permitan a Durango estár en una posición más avanzada, por no decir menos arcaica, o cuando argumentan que “la sociedad no está preparada” para esos cambios, realmente se muestran pequeños, mediocres y retardatarios tratando de contener los procesos globales que empoderan los derechos de los ciudadanos.
Los diputados deben dejar a un lado sus argumentos moralinos para debatir temas como el reconocimiento del derecho de las personas del mismo género a contraer matrimonio civil y a adoptar hijos; deben superar sus prejuicios en su actuar público y dejar de creer que las personas que no son heterosexuales deben estar permanentemente limitadas en sus derechos como ciudadanos; el debate legislativo debe circunscribirse a lo que es justo y

legal, sus limitaciones para entender la realidad deben aplicarlas solo en sus asuntos privados.

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