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Zurcido fino para una administración rota.

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Para nadie es un secreto que la situación financiera que hoy vive el Gobierno del Estado de Durango, es más que difícil. Recientemente el secretario de Finanzas, Arturo Díaz Medina, visiblemente nervioso y trastabillando, declaró que Durango sufrió una disminución de 600 millones de pesos, como resultado de las modificaciones que sufrió el convenio desprendido de la Ley de Coordinación Fiscal y, con ello, pretende justificar el ‘retraso’ que han tenido en varios rubros, pues dice que nuestra entidad ha sufrido ‘estrechez’ en el flujo de efectivo. Aseguró que, para fin de mes, los alcaldes recibirán la parte que les corresponde de las participaciones federales, mismas que se adeudan desde hace meses, como si les fuera a servir de algo, pues precisamente en esos días entregan la administración a sus relevos. Pero, para que no nos mortifiquemos, dice que llevan tres semanas trabajando en la reprogramación de los recursos y en un acuerdo con el gobierno federal para dejar saldados los créditos a corto plazo. Lo que sí nos mortifica es que esa cantaleta la vienen repitiendo desde hace meses, y a ninguno de los entes a los que se les adeuda, se les ha cumplido.

Arturo Díaz Medina, secretario de Finanzas del estado de Durango.

Según el nada célebre funcionario estatal, el adeudo de corto plazo es de 850 millones de pesos, gracias a que esta administración ha logrado reducirla en más de mil 300 millones; sin embargo, según el Informe Analítico de la Deuda Pública y Otros Pasivos (Ley de Disciplina Financiera), en el primer semestre de este 2022, la deuda pública supera los 9 mil millones; a corto plazo casi alcanza los mil millones y en otros pasivos anda por encima de los 7 mil millones, por lo que el total de la deuda, supera los 16 mil millones de pesos y, tan solo de intereses, los contribuyentes pagamos casi 400 millones de pesos. Dígame usted si la situación no es realmente preocupante.

Informe Analítico de de la Deuda Pública y Otros Pasivos (Ley de Disciplina Financiera), primer semestre 2022.

Ahora, a prácticamente 45 días de la llegada de la nueva administración, y con la notoria actividad que el gobernador electo, Esteban Villegas Villarreal, ha tenido al reunirse, desde hace ya varias semanas, con personajes de primer nivel en el Gobierno de México, logrando importantes acuerdos para sectores como el campo e incluso para el desarrollo urbano de nuestra entidad; es fácil perderse en el deseo de que a su sola llegada cambie de inmediato el panorama, dé un golpe de timón y recomponga el rumbo de una nave en proceso de inmersión, y la lleve nuevamente a flote, e incluso, a un próspero puerto. La realidad es que el escenario que enfrentará, es muy poco favorable y, como ciudadanos, deberemos ser muy responsables con nuestras expectativas, sin dudar de su capacidad y compromiso, pero sí con apego a una ineludible situación a la que tendrá que hacer frente de inmediato, con cara al último trimestre del año.

Mi pretensión no es “aguar la fiesta”, sino recordar que, para lograr sacar a flote al estado, se tendrán que tomar medidas restrictivas en el gasto público y, con ello, direccionarlo a las áreas que demanden una atención más apremiante, a los sectores primarios, al apoyo social y, por supuesto, a garantizar la operatividad misma del gobierno, pues hasta eso está comprometido gracias al pobre manejo financiero de la administración de Aispuro.

Gobernador saliente, José Rosas Aispuro; gobernador electo, Esteban Villegas Villarreal.

Los primeros cien días de una administración, suelen ser el parámetro de medida respecto a la calificación que se da al desempeño de un gobernante. En este caso, creo que deberemos concentrarnos en el zurcido fino que deberá hacer Esteban para componer una administración rota, antes de empezar a exigir obras monumentales o anuncios desmedidos sobre acciones que representen una gran movilización de recursos. En estos tiempos, se debe ponderar la capacidad de los administradores responsables y efectivos, por encima de los constructores de milagros mediáticos que, cuando topan en la realidad, se convierten en grandes decepciones, por lo que ‘serenidad y prudencia’, como decía Kalimán, deberán ser las principales virtudes de una sociedad que aspire a que sus gobernantes tomen las mejores decisiones, por el bien de Durango y no por cumplir con exigencias populistas.

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