Cuando le preguntaron cómo había conquistado el mundo, Alejandro Magno contestó: “evitando distracciones”. No vivimos los mexicanos un momento fácil, la desorientación y la falta de previsibilidad son realidades que caracterizan nuestro tiempo presente, nadie sabe realmente cómo estaremos a medio plazo. Ante ello, nuestra vida pública y, más concretamente, nuestra vida política, precisa de personas con sentido de Estado, lo que comúnmente se llama hombres de Estado. Aunque nunca es bueno ni recomendable, quizás en épocas de bonanza o favorables se puede sobrellevar a políticos mediocres, pero no en momentos claves de la historia de una nación. El Licenciado Marcelo Ebrard no solo es dueño de una personalidad magnética, sino que además es la principal figura de escala nacional, apasionante y capaz de dirigir y ordenar la marcha de la República. Es de los pocos, por no decir el único, que piensa, dice y hace las cosas con claridad suficiente para dar a los mexicanos de la generación que viene, orientación e impulso. Por la agenda de trabajo enorme, compleja y muy delicada, el próximo presidente de la República debe estar a la altura de un verdadero estadista, pero para ello se requieren antecedentes y méritos que Marcelo Ebrard tiene de sobra. Conoce realmente el país, sabe cómo vive su gente y que les interesa. Es un motivador nato, un líder de proyección nacional, alguien que realmente representa un proyecto, valores e ideales. Su red de contactos internacionales no la tiene nadie, es la más completa. Es capaz de salir a la calle con la frente en alto, sin guaruras ni paleros. Más aún, es realmente digno de poder decirle al mundo que representa a México con orgullo, dignidad e integridad. Sabe abrir puertas, nexos y contactos valiosos en todos y cada uno de los lugares donde ha estado. Ha dejado huella en su paso por la vida, la gente no usa malos calificativos cuando lo mencionan, su reputación está blindada porque los medios de comunicación lo consideran una influencia positiva, un referente y una figura protagonista. Es el momento de los mejores, de que en los puestos decisivos e influyentes de nuestra vida política accedan los más capaces en el sentido más panorámico del término. Se nos abre a los mexicanos un nuevo tiempo en el que no nos podemos equivocar, especialmente quienes tienen más responsabilidad pública. Como decía Ortega y Gasset, hay que estar a la altura de las circunstancias, y las presentes, lo son para hombres de Estado como el Licenciado Marcelo Ebrard Casaubond, un hombre que, como Alejandro Magno, evita las distracciones estériles porque tiene bien definido su proyecto, sus alcances y sobre todo sus capacidades. Un país sin futuro es un espacio territorial carente de sociedad civil. Por su sólida trayectoria, el actual Secretario de Relaciones Exteriores constituye un notorio ejemplo de persona exitosa de trabajo en políticas productivas y humanas. Una inmensa mayoría de mexicanos estanos convencidos que con Marcelo al frente, México tiene futuro y porvenir, por ese motivo se ha convertido en el prospecto más destacado y confiable para convertirse en el próximo mandatario nacional. El sucesor del Presidente López Obrador en la tarea de regir los destinos de México, debe ser alguien con características similares, que rompa moldes y gobierne con honestidad y pasión, y en esa aspiración, Marcelo Ebrard es el indicado.
