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SAYULA, LA ÚLTIMA GRAN VICTORIA DE LA DIVISION DEL NORTE

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En enero de 1915 pasaron por la meseta de los Altos de Jalisco, 1500 villistas con el rumbo de la capital, al mando directo de Francisco Villa que procedente de León, Guanajuato, iba en auxilio de Julián Medina en Guadalajara, que era atacado por las fuerzas carrancistas del General carrancista Manuel Diéguez. Del primero al 5 de febrero pasa por la zona alteña Francisco Villa con una considerable fuerza para recuperar Guadalajara, derrotando de nuevo al General Diéguez y a Francisco Murguía, el famoso Pancho Riatas. El 13 de febrero Villa entra triunfante a Guadalajara acompañado de su escolta los “Dorados de Villa”. Establecido en la ciudad, ordenó la reapertura de templos y la reanudación de los oficios religiosos. Esta disposición alegró a las altas jerarquías religiosas y económicas, a los sectores conservadores y moderados de la entidad y desde luego, a la inmensa masa de creyentes. En respuesta, estos sectores le prepararon un recibimiento al caudillo de la División del Norte. Hasta le organizaron todo un programa de recibimiento en Guadalajara donde figuraban procesiones y un tedeum, que finalmente fueron omitidos a petición de Pancho Villa que no creía en esas cosas mundanas. Según refieren las crónicas de esos años, Francisco Villa entró fastuosamente escoltado por cien de sus inseparables “Dorados” en medio de las delirantes aclamaciones de los fanáticos tapatíos, que se habían forjado un semidios en la figura del guerrillero norteño originario del mero San Juan del Río municipio del Estado de Durango. La presencia de Doroteo Arango llenó de beneplácito al clero, hacendados, comerciantes, políticos tradicionales y a buena parte de las clases bajas de Guadalajara. El 24 de septiembre de 1914 Francisco Villa desconoció a Venustiano Carranza; para el mes de enero tomó Guadalajara dejando como gobernador de esta ciudad a Julián Medina Castillo. Las tropas de Carranza, una vez desalojadas, se tuvieron que ir a Ciudad Guzmán en donde trataron mal y abusaron de la población civil, a la gente la obligaron a convertirse en soldados revolucionarios. La batalla de la Cuesta de Sayula tuvo lugar el 17 y 18 de febrero de 1915. Las fuerzas villistas no cesaban en sus intentos por tomar Guadalajara y a principios de febrero de 1915, Villa concentró en Irapuato, una poderosa columna con la que avanzó hasta Jalisco. Se entiende que la batalla comenzó a gestarse desde el día 15 del mismo mes. Francisco Villa y sus hombres llegaron al obscurecer a la Hacienda de Amatitlán, municipio de Sayula. El duranguense dio un muy breve discurso dirigido a sus tropas a pesar de que evitaba hablar en público. El combate fue tremendo a lo largo de toda la línea de fuego, dado que se enfrascaron fuertemente los contingentes de caballería. Luego de ganar y ceder terreno los dos bandos, los carrancistas fueron cañoneados, poniendo Villa en práctica la técnica de atacar la caballería con un soldado montado en ancas, hasta acercarse y abatir las posiciones del centro. Todo el día se combatió encarnizadamente hasta que, como a las 5 de la tarde, la batalla se inclinaba en casi todo el frente a favor de los villistas que hacían huir a sus contrarios. Al amanecer del día siguiente de la fatal batalla, Villa ocupó Ciudad Guzmán, continuando la persecución hasta Tuxpan. Su gran error fue hacer caso a la sugerencia del general Felipe Ángeles de que se fuera a combatir en el Norte y olvidara la persecución de Diéguez y Murguía, ya que ellos aprovecharon la situación y se volvieron a pertrechar para expulsar a los villistas como revancha. Un personaje de nombre Amado Aguirre escribió en sus memorias que un grupo de simpatizantes fue a felicitar al General Villa por su triunfo y éste, bastante molesto, les dijo: “No señores, no cabe su felicitación porque con otra victoria como ésta se acaba la División del Norte”.

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