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El efecto colateral

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Las coaliciones que hacen los partidos políticos para llegar o permanecer en el poder, tienen sus consecuencias. Se pagan facturas o se cobran, hay deslealtades o traiciones y al final, el partido que obtiene más votos reparte el pastel. La coalición llamada en su momento Va Por Durango, no es la excepción. Hoy en día, es muy difícil creer que al interior de los partidos hay unidad. En cambio existe una lucha “fraternal” partidista, entre los grupos de interés que luchan por apoderarse del partido.

En este contexto, ningún partido se salva y según el sapo, es la pedrada. Un ejemplo de estos grupos a nivel local, sería el que nace con la llegada de Maximiliano Silerio Esparza como gobernador y culmina con el liderazgo de Ismael Hernández Deras. La hegemonía del grupo silerista, se acaba cuando José Rosas Aispuro se hace gobernador por el PAN, pero con un ADN priista. Se considera que el ciclo del grupo mencionado, le alcanzó hasta Jorge Herrera Caldera. Hizo crisis cuando se distanciaron Ismael y Jorge, el motivo, cuando Esteban Villegas Villareal se convirtió en el candidato del grupo de Herrera Caldera en 2016. El resultado: la derrota de Esteban y la victoria de Aispuro.

Esta historia de los grupos locales del PRI, hace unos días en una entrevista la narró el actual secretario de educación del Estado, Guillermo Adame. Cuenta el también conocido como el “gato” Adame: “Le escribimos una carta al entonces gobernador Jorge Herrera Caldera, Héctor Vela, Emiliano Hernández Camargo y yo, diciéndole el grave error que cometía al nombrar como candidato a Esteban, el tiempo nos dio la razón”.  Esto explica porque el priismo local perdió el rumbo. De tener líderes políticos, pasaron a convertirse en grupos de interés y así funcionan, tal vez por eso es aquello del fuego amigo o “durmiendo con el enemigo”.

Todo esto ha tenido como consecuencia una desbandada de la clase política priista local, a otros partidos como el PAN o MC. Pero como nadie sabe para quien trabaja, las palomitas blancas vestidas de azul, están pagando los platos rotos del PRI. Y “haiga sido como haiga sido” José Rosas Aispuro que es un ex priista pero no panista, logró acomodar piezas claves en el PAN. Fue el ex gobernador Aispuro quien nombró como presidenta de Acción Nacional, a Verónica Pérez. Toño Ochoa quien debería ser el líder político de su partido, se le atravesó en el camino Mario Salazar. Son aispuristas, aunque se deslinden, Londres Botello y Carlos Maturino. De este último, ¿cómo se explica que su esposa sea la secretaria de salud?

Las consecuencias del efecto colateral apenas comienzan. Los que antes callaban, ahora pueden hablar y contarnos parte de las historias que han vivido. Sin esto, no podríamos habernos enterado de uno de los secretos del Bicentenario. Adrián Alanís Quiñones, quien ojalá algún día escriba sus memorias, nos relata: “Elvira Barrantes, Verónica Terrones y Rosario Castro, son las causas del desprestigió de Aispuro”. Lo que Adrián Alanís quiso decir; Pero las mujeres fueron su desgracia.

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