Como cada año y previo a la temporada de la Liga Mexicana de Béisbol, los Generales de Durango acudieron a misa para agradecer a Dios por llegar al campeonato en óptimas condiciones físicas y de paso encomendarse al ser superior para tener un buen año. Pensando en el rendimiento que el equipo ha tenido en todas y cada una de las temporadas en las que ha participado desde que regresó la Liga Mexicana de béisbol a Durango, los generales tienen que ir a misa a pedir que este año no vuelvan a quedar en último lugar. Después demuchos años de ausencia, para el 2017 retornó el rey de los deportes a Durango, solo que con un equipo malísimo para jugar pelota caliente, pues durante seis años los peloteros y los directivos no le han dado ninguna satisfacción a los aficionados, que sueñan con al menos clasificar a playoff, lo cual resulta imposible cuando año tras año el equipo termina en último lugar en el ranking. Por qué mejor en vez de misa, no juegan mejor pelota, sudan la franela, emulan los tiempos de Jerry Hairston, Ray Torres, Manuel Lugo, Roberto Méndez, Ted Ford, Benjamín Cerda. La misa celebrada en catedral muestra a los peloteros como hombre de fe, como si los peloteros estuvieran estudiando en el seminario o pagando una manda, cuando su obligación es mostrarse como hombres que juegan de manera profesional y reciben un sueldo, agregado a ello, los aficionados hacemos un enorme esfuerzo para pagar las carísimas entradas al estadio para solo ver derrotas. Además de la misa, – lo cual nunca estorba-, mejor que se piense en conformar una franela competitiva, pues ni modo que San Jorge bendito, santo patrono de Durango, pegue de home run con casa llena o lance un juego perfecto como el de Horacio Piña, cuando el ejote era dirigido por el duranguense Jaime Favela. En días pasados una familia decidió viajar desde el estado de México al puerto de Mazatlán. Al atravesar uno de los túneles de la llamada súper carretera Durango-Mazatlán, resulta que este carecía de iluminación y por si fuera poco una alcantarilla estaba abierta sin señalamiento alguno. El vehículo cayó dentro de la alcantarilla y comenzó a incendiarse. La señora y sus hijos alcanzaron a salir del carro, pero el jefe de la familia no pudo quitarse el cinturón de seguridad y murió calcinado. Su hijo, que trató de auxiliarlo sin éxito, en el intento sufrió quemaduras de segundo y tercer grado que días después le ocasionaron la muerte. Triste y absurdamente, dos personas que venían a vacacionar, perdieron la vida por culpa de las negligencias que todos los días se observan en la mal llamada súper carretera. Mal llamada porque además de ser muy cara, tiro por viaje se encuentra en malas condiciones, ocasionando accidentes fatales en los cuales se pierden vidas. Usuarios, diputados e incluso el mismo Gobernador del Estado han manifestado que se debe actuar ante la posible negligencia de parte de los responsables de las recientes muertes. También han exigido que de manera inmediata se restaure la rúa y se ofrezcan condiciones de seguridad para los usuarios. No podemos seguir cruzados de brazos ante los constantes accidentes que todos los días se producen en este camino a causa de falta de iluminación en los túneles, alcantarillas destapadas, ausencia de hidrantes, baños en pésimas condiciones y como si fuera una burla, precios de peaje como si fuera una autopista americana o europea. Ambas cosas, el equipo de béisbol y la supercarretera Durango-Mazatlán, deben de cambiar, de lo contrario, si se sigue jugando pelota calibre doble AA, a pesar de irse de rodillas al santuario, los Generales de Durango terminaran siendo degradados a cabos y en consecuencia una vez más terminaran en último lugar, mientras que la vía Durango-Mazatlán continuará siendo la carretera de la muerte si no se le pone freno y un hasta aquí a los indolentes responsables de lo que debería ser su correcto funcionamiento.
