Tras el primer debate presidencial desarrollado el pasado domingo por la noche, hay varias lecturas en torno a la actuación de los propios candidatos, pero también en la parte que le corresponde al Instituto Nacional Electoral (INE), pues a decir verdad pareciera que fue el primer ejercicio que realizan, y se vio reflejado tanto en la parte de organización como en la transmisión.
Un formato que deja mucho que desear debido a que no existe mayor interacción directa para que se desarrolle la réplica y la contrarréplica, algo que les permite a los candidatos confrontar de manera directa a sus adversarios, pues tuvieron que hacer uso de su tiempo para responder los cuestionamientos de los ciudadanos, a través de los moderadores en turno, pues de otra forma esto no hubiera sido posible, lo que por ende impidió que se centraran también en propuestas concretas, sobre todo en mencionar los cómo piensan resolver las distintas problemáticas que aquejan a nuestro país. Esperemos en el segundo “round” las cosas cambien.
Ya dentro del desenvolvimiento de los candidatos, Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez, mostraron parte de lo que atrás de una candidatura son, pues es muy fácil en campaña, con su gente, hablar lo que ellos quieren escuchar en sus mítines, y en el debate sabían de la complejidad de pararse frente a sus adversarios y ante las cámaras, sabiendo que todo lo que ahí dijeran se iba a usar para sacar puntos a favor o en contra. Reflejaron pues que ninguno tiene la capacidad y el temple para gobernar una nación como la nuestra.
No podemos hablar de un ganador, definitivamente, aunque en el post debate esa es la discusión, por el contrario, creo que el gran perdedor es México, pues ninguno representa las verdaderas causas sociales, no existe sinergia en temas tan sensibles como la salud y el combate a la corrupción, como ejes temáticos de este primer debate; pues los tres candidatos solo idealizaron en lo que debe ser, más no en la ruta para desarrollarlo. No son los abanderados que nos merecemos, eso está claro, sin embargo solo uno de ellos habrá de despachar en Palacio Nacional a partir del último trimestre de este año.
Claudia, aunque en la mayoría del tiempo mostró buen temple, incluso sin voltear hacia otro lado que no fuera la cámara o con los moderadores, tuvo su momento incómodo cuando se percibió molesta por los señalamientos que iban direccionados por parte de la hidalguense Xóchitl Gálvez. La ex jefa de gobierno “esquivó” algunos cuestionamientos y me parece que nunca se salió de lo que ensayó, o de lo que le dijeron que hiciera. Incluso creo que ella esperaba más ataques certeros por parte de los otros dos aspirantes, y no fue así.
En el caso de la candidata de Fuerza y Corazón por México, se mostró muy nerviosa, lo que impidió desarrollar sus ideas, eso se notó porque sus respuestas eran breves y cortadas, casi en ninguna intervención tuvo un remate del tema que abordaba, por lo que ni la idea que quería expresar dejó bien posicionada. Creo que le faltó argumentar más en relación al tema de corrupción, pues dentro de esta administración de López Obrador existen muchos señalamientos, principalmente a sus hijos, pero precisamente por ese nerviosismo no supo plantar bien sus argumentos narrativos.
Jorge Álvarez Máynez fue a sacar lo mejor que pudo su participación, pues en momentos disperso y en otros gracioso no terminó de enfocar sus “baterías” hacia ninguno de los dos lados, ni fue certero en los señalamientos para Xóchitl, ni mucho menos para Claudia, es decir, no se puede jugar al “le pego a las dos a ver qué sale”. Creo que el candidato de MC debe definir a quién le dirigirá sus “misiles” en el próximo debate, pues hacerlo a ambos bandos es reconocer que la pelea está entre las mujeres, y él seguirá siendo un simple espectador.