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CON LA GRANDEZA DEL CORAZON, DOS AÑOS DE BUEN GOBIERNO PARA DURANGO

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Existe una frase que dice que tu capacidad de servir a los demás está en proporción directo a la grandeza de tu corazón y a la nobleza de tus sentimientos. En una ocasión le preguntaron al conferencista chino Ricardo Chang, si gobernar con el corazón debería ser un arte. La respuesta del especialista en temas parlamentarios, gubernamentales, empresariales, así como de aspectos relacionadas a China fue que no hay malos gobiernos, hay mal intencionados. No se puede aspirar a un esquema de progreso y desarrollo de un país, sin una transformación plena donde la igualdad, el respeto a los derechos humanos y el acceso a los servicios básicos esté presente en cualquier rincón de la región que se gobierna. Hoy el tema de agenda, ya no es tanto las políticas públicas racionales, sino las personas que están detrás del poder político. Gobernar no es sólo administrar bajo un marco de normas y leyes, gobernar es desarrollar por sí mismo un sello propio donde esa mujer o ese hombre, deberá tomar sus propias decisiones en beneficio e impacto de sus gobernados, además, el estar siempre motivado es importante para tomar conciencia de las decisiones y compromisos que se toman y adquieren al gobernar. Recién acaba de rendir su segundo informe de trabajo el Gobernador Esteban Villegas Villarreal, más allá de los datos duros, aquellos que se refieren a las obras y servicios públicos y servicios asistenciales que en mayor o menor grado proporcionan los gobiernos, vale la pena analizar el estilo propio de gobernar de Esteban Villegas a partir de la frase con la grandeza del corazón. Daniel Cosío Villegas denominó como “el estilo personal de gobernar” para describir cómo el temperamento, el carácter y, en general, las siluetas de la personalidad se imponen sobre los actos de gobierno. Para Ricardo Chang, un gobernante, un parlamentario o servidor público, debe tener una mente íntegramente entrenada para ser testimonio de su propia historia, de sus bondadosas acciones y asumir sus equivocaciones. El papel del que está detrás de la silla del escritorio, deberá quedar en el recuerdo: del que sí se pudo y al que no se puede. Un buen gobernante no separa o distingue a la sociedad en colores o simpatías partidistas, no, lo de hoy es emprender un colectivo que sienta que el poder político de las cosas es el dialogo y el crear conciencia en todos los sectores; se debe arropar la innovación, el desarrollo de obras públicas estratégicas, atraer capitales y motivar las inversiones sostenibles. Cuando se gobierna con el corazón, los valores son los que forjan un legado. Cierto gobernador dijo que la lección más valiosa que había aprendido de su padre fue ayudar sin esperar nada a cambio. Los principios de honestidad, trabajo y cercanía social guían cada decisión de un buen gobierno, buscando siempre el bienestar de quienes más lo necesitan. Esteban es bueno para vender, de eso no queda duda, y justo esa habilidad le ha permitido venderse muy bien con el Presidente de la República, me refiero a que desde el primer momento en que el licenciado López Obrador lo comenzó a tratar como gobernador, se dio cuenta que el sanjuanero es un muchacho de valores un poco distintos a los tradicionales, esos que se heredan de los padres y de los abuelos y dan forma a la esencia de un ser humano. Desde las diferentes trincheras que ha ocupado, como diputado, alcalde y ahora como ejecutivo estatal, el estilo de gobernar de Esteban Villegas ha gustado a los duranguenses, esto porque al ser la frase con la grandeza del corazón la distintiva de la administración, nos hemos dado cuenta que no es una expresión hueca o sin sentido, por el contrario, va acompañada de buenas prácticas y con muy buena autoestima. Es pronto para un balance ponderado, en sólo un tercio del mandato, difícilmente se puede pronosticar un determinado desenlace., pero lo que sí se puede vaticinar es que, si continúa gobernando con la grandeza de un corazón fortalecido, el sexenio de Esteban Villegas puede convertirse en un claro ejemplo de la respuesta del chino Ricardo Chang cuando le preguntaron si gobernar con el corazón debería ser un arte. La respuesta fue: “sí, gobernar con el corazón es un arte”.

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