Datos de la UNICEF revelan que 1 de cada 8 niñas y mujeres ha sufrido violaciones o abusos sexuales antes de los 18 años; que el embarazo adolescente es una de las principales causas de mortalidad entre las adolescentes; que en todo el mundo las niñas de 5 a 14 años dedican 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los niños de la misma edad.
En Durango, la brecha de desigualdad ha permeado en la calidad de vida de las niñas y adolescentes, colocándolas dentro de un grupo vulnerable que es el de menores de edad en situación de pobreza. En 2018, la entidad ocupó el lugar 17 respecto a las demás entidades federativas, por su porcentaje de menores de edad en pobreza, con aproximadamente 264,600 menores de edad en esta situación, de acuerdo con el CONEVAL en su Informe de Pobreza y Evaluación 2020 – Durango.
Este 11 de octubre es un día para repensar y analizar las condiciones en que viven nuestras niñas y adolescentes, analizar qué tipo de vida deseamos para las niñas y adolescentes que están entre nosotros, que son nuestras hermanas, primas, amigas, vecinas; un gran sector de la sociedad que con el cuidado, oportunidades y condiciones necesarios podrán despegar a un futuro que les brinde certezas en lugar de miedos. Queremos construir a niñas que tengan lugar en el mundo, vivan sus propias experiencias y decidan por sí mismas.
No es difícil darse cuenta que día tras día las niñas sufren una multiplicidad de afectaciones como el daño a su integridad física o psicológica, hostigamiento, intimidación, agresiones sexuales y discriminación, por mencionar algunas.
Al saberse un problema de gran alcance en la población mundial, es que se seleccionó este día para hacer conciencia de los impactos negativos para con las niñas, así como establecer alianzas con las organizaciones competentes para erradicar la problemática. Con esto no sólo se busca poner sobre la mesa un problema muy visto y poco hablado; sino generar acciones que protejan y garanticen los derechos de las niñas, que se les den las condiciones adecuadas y dignas para que se desarrollen en ambientes sanos y aspiren a futuros prometedores.
Las afectaciones que viven las niñas no son una problemática aislada, son acciones y actitudes de las que en algún momento hemos sabido, desde la prohibición para completar sus estudios por el estigma aún vigente de que están hechas para el hogar, la falta de oportunidades económicas y laborales, la discriminación, la objetivización de su cuerpo, hasta las agresiones físicas y sexuales.
Claro que se necesitan políticas públicas asertivas que lleguen a la población objetivo, claro que se necesitan instituciones que legitimen la integridad de las niñas pero además, se necesita un cambio de paradigma sobre las niñas y adolescentes y posicionarlas en un mundo de puertas abiertas para su desarrollo empezando desde el núcleo más básico que es su hogar.