Las universidades deben cambiar a la sociedad, pero en el caso de Durango ha sucedido lo contrario. La sociedad duranguense ha cambiado, pero la UJED hace tiempo que sufre un estancamiento.
La pandemia, por ejemplo, reveló la falta de conectividad que generó grandes dificultades para utilizar las tecnologías de la información, las cuales son el equivalente a los libros cuando estos no existían y los conocimientos se transmitían sólo de manera verbal.
Otro ejemplo está en el nivel medio superior, donde urge la implementación de un nuevo modelo educativo, porque los profesores seguimos enseñando igual que hace treinta años. Se requiere un modelo desarrollado por los propios universitarios, que sí, integre lo mejor de la denominada Nueva Escuela Mexicana, pero que sea acorde a nuestro contexto y a las necesidades de nuestros estudiantes, con identidad propia y salvaguardando la autonomía académica y los derechos laborales de los profesores.
Una universidad sin un proyecto a largo plazo, puede ser un buen negocio, pero no una verdadera universidad. Una universidad que no produce nuevo conocimiento, puede ser una buena agencia de colocaciones, pero no una verdadera universidad. Por ello la UJED tiene que evolucionar, apostarle a la investigación científica, al desarrollo del pensamiento científico y dejar de ser sólo una institución productora de profesionistas, sino además, un epicentro de la ciencia, del arte y la cultura, así como un factor de cambio social.
Hoy cierra campaña Ramón García y en el alma máter se siente una atmósfera de esperanza. “Es hora de hacer un alto en el camino”, ha repetido García Rivera en cada reunión que ha tenido con maestros, estudiantes y trabajadores. Un alto para corregir lo que está mal, pero también para fortalecer lo que se ha hecho bien; para para mirar al pasado y aprender de los errores, pero también para trazar una ruta hacia el futuro, uno donde la UJED sea un catalizador que acelere el desarrollo del estado, porque la UJED tiene tiempo que se mantiene como corcho en el mar: flotando, pero sin rumbo.
El reto principal del próximo Rector, será darle viabilidad económica de la universidad, mediante un manejo más eficiente de sus finanzas. Recordemos que el 92% de los recursos que recibe la UJED, son destinados al pago de salarios y prestaciones, el resto se utiliza en infraestructura, servicios y cuestiones académicas. Ramón García ha planteado no tocar ese 92%, porque los ingresos de los trabajadores universitarios son sagrados, una base trabajadora con estabilidad económica, es necesaria para la estabilidad laboral y ésta debe impactar positivamente en la calidad académica.
Sin embargo, es necesario incrementar el recurso para fortalecer la academia, los servicios y la infraestructura universitaria, precisamos de un Rector con capacidad de gestión ante los tres órdenes de gobierno, con contactos en las instituciones que pueden inyectar dinero a la investigación, a la implementación de nuevos y mejores planes de estudio o a la capacitación permanente de las maestras y los maestros.
El plan de trabajo de Ramón García responde, sobre todo, al punto de la gestión de recursos, porque la UJED requiere, primero, tener autonomía económica, ya que, sin ésta, la autonomía universitaria será solo un mito. Pero, además, Ramón plantea como eje rector, al sentido de identidad, esa pertenencia que poco a poco se ha ido perdiendo entre los universitarios y que recae en el orgullo de ser parte de la UJED, un sentimiento que sólo se logra con una universidad de calidad, sobresaliente entre todas las demás instituciones educativas del país, a eso aspiramos quienes creemos en este proyecto.
Ramón García se convertirá en el nuevo Rector de la UJED, al tomar protesta el próximo 13 de diciembre y muy a los pesares de quienes desean una universidad enconada y desestabilizada. Ramón llega con una gran legitimidad que le otorga el respaldo de la mayoría de los integrantes del Consejo Universitario, una candidatura de unidad que no fue producto de las circunstancias, sino que se construyó durante una ardua campaña, en cada escuela, en cada instituto y dependencia universitaria y de la mano de docentes, estudiantes y trabajadores administrativos. Además, hay que decirlo, ante una oposición que muy pronto se fue diluyendo en sus propias mentiras y contradicciones