Una vez más queda de manifiesto que las circunstancias políticas en cada entidad son distintas, de ahí que en algunos políticos no se entienda que cada estado debe recibir un trato distinto en la selección de sus candidatos a los cargos de elección popular, pues cuando las decisiones se centralizan sin tomar en cuenta a la militancia del territorio, los resultados son adversos, a menos que la marca hegemónica que prevalezca en el momento, tenga para tomar esas decisiones, tal cual lo manejó el Revolucionario Institucional durante varias décadas; hoy el PRI y el PAN así lo dejan en claro con las extremos que representan Durango y Veracruz, pues mientras en un lado se consolida la alianza, en el otro no.
El caso de Veracruz llama la atención por varios factores, pues Acción Nacional acusa la falta de acuerdo con el tricolor, evidentemente los intereses de grupos prevalecieron ante un entorno político complicado para ambos institutos políticos, a pesar de que en el pasado proceso electoral del 2024 Morena refrendó la victoria, precisamente derivado a que en la oposición de esa entidad aún desean mantener algunas posiciones, con el riesgo de que sea una “tormenta” en las urnas.
Pero además, ambas dirigencias nacionales sí deben generar que ello no provoque un preámbulo de una posible ruptura para una alianza en el 2027, donde se habrá de renovar la Cámara Baja del Congreso de la Unión, y es que parece que ese es el deseo del presidente panista, Jorge Romero, así lo ha declarado en distintas ocasiones, cuando habla de que ni siquiera hay diálogo con Alejandro Moreno para el proceso de este año en Durango y Veracruz, y agrega que menos para lo que procederá en dos años. Y ya quedó de manifiesto que si juntos no pueden contra Morena y sus aliados, separados menos.
Durango.
Si bien las comparaciones no son buenas, en este caso sí aplica, pues contrario a eso que ocurre en Veracruz, en nuestra entidad parece que todo está más que “amarrado” para que vayan en coalición, y con la declaración de ayer del gobernador del estado, cuando señala que “le gustaría seguir trabajando con Toño Ochoa”, es una señal contundente de que irán juntos en esta candidatura común, llevando, en la “joya de la corona” que es la capital, como abanderado al actual alcalde. Desde luego tanto el PRI como el PAN tienen jefe político en Durango, algo que allá en Veracruz no ocurre. Además, las dirigencias nacionales han dejado en claro que se respetará lo que aquí se determine, basados en la experiencia de tener gobiernos de coalición.
Interés.
Ahora, habrá que analizar a detalle qué interés tienen los grupos encabezados por la familia Yunes en Veracruz, pues su llegada a Morena podría estar generando debilitar a la oposición para que el morenismo obtenga la mayoría de los municipios en aquella entidad, es decir, estarían haciendo el “trabajo sucio” y tal parece que les está funcionando, pues si bien las dirigencias estatales y la militancia panista y priista no pueden consolidar una alianza, claro que la gobernadora Rocío Nahle podrá gobernar los próximos tres años con mayoría de los municipios de su partido, gracias a esta alianza con esta familia.
Unidad.
Otro factor que marca una diferencia en la elección que tendrán ambas entidades, es que en el caso del PRI y del PAN sí parece que habrá unidad respecto a la definición de las planillas, algo que sería una asignatura pendiente en el caso de Morena en Durango, pues sí hay bastante molestia por la designación de los “palomeados” mediante las encuestas, y seguramente en Veracruz ocurre esa misma unidad con el morenisto al lado del PT y del Partido Verde. Veremos porcentualmente quién obtiene los mejores resultados y que ello sirva como parámetro para las próximas elecciones.