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Marcha del 8M.

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Nadie, absolutamente nadie puede estar ajeno a las demandas de las mujeres que piden que haya justicia contra son generadores de violencia contra ellas, ni como hombres, menos las autoridades, la sociedad civil, empresarios y evidentemente las propias mujeres; el asunto quizá no radica en cómo conmemorar el Día Internacional, ni siquiera si los “destrozos” o el “vandalismo” que se genera en el recorrido sean la solución, pues hay quienes llevan a cabo estas acciones para ser escuchadas, y hay quienes dicen que una pared pintada no resuelve el problema de fondo, porque todo eso va específicamente dirigido a las áreas encargadas de la impartición de justicia.

Claro que las consignas también son contra los hombres y loas actos de violencia que generan, pero sin lugar a duda lo más importante es qué estamos haciendo todos por erradicar estos delitos contra este sector de la población, quiénes podemos intervenir en que cambiemos el “chip” de una sociedad cada vez más lastimada por estas noticias que vemos constantemente donde las mujeres son violentadas, pero que como padres, hermanos, hijos o esposos no hacemos nada desde el seno familiar, cuando aún existen casos de ministerios públicos y jueces que terminan dándole la razón a los victimarios, en muchas ocasiones sin explicación alguna.

Avances.
Si bien existen ya distintos avances en materia jurídica que han permitido sentenciar a los agresores de mujeres con penas cada vez más severas, elevando incluso a delito grave el feminicidio, y bajo ese protocolo hay hombres que cumplen sus condenas desde prisión por sus actos. Creo que si bien como sociedad no hemos terminado de hacer lo propio, las leyes tienen que ir modificándose para que cada vez exista menos violencia hacia las mujeres, pero para ello las propias autoridades están obligadas a generar confianza entre este sector para que puedan denunciar, y que al hacerlo no sean víctimas de represalias, y se garantice la integridad de ellas y de sus hijos, cuando el caso así lo amerite.

Adicciones.
Si bien nada justifica este tipo de violencia, también como sociedad siempre seremos responsables de que el consumo de drogas y alcohol se incrementen de una manera exponencial con el paso del tiempos, por distintas razones que se traen desde el hogar, porque a las autoridades les hace falta una planeación más severa de acciones que eviten el que muchas personas caigan en adicciones, de esquemas de planificación familiar que impida que parejas traigan a este mundo a hijos no deseados, quienes más adelante serán víctimas de su propio entorno, y ven como una “salida fácil” el consumo de sustancias o de bebidas con contenido alcohólico.

Salud mental.
Las consecuencias de una falta de atención a la salud mental, y de programas que garanticen una estabilidad en las personas, está haciendo también que como sociedad veamos un deterioro prácticamente generalizado, porque en muchas ocasiones, sin saber, existen casos de ansiedad y depresión que no todos podemos identificar, y que ello lleva a tomar decisiones que luego podrían lamentarse. Aquí siempre será bueno que desde la primera infancia el tema de la salud mental sea una asignatura escolar, y que durante la adolescencia y en la etapa adulta, las personas normalicen las terapias y con ello a detectar a tiempo cualquier otro trastorno emocional. Es trabajo de todos también.

Conclusión.
Sí importa mucho más una vida que una pared vandalizada, lo de menos es lavarla o volver a instalar un vidrio roto; pero también debemos ser conscientes que todos, a cada día que transcurre, podemos ser parte de la solución, desde nuestro hogar, en el trabajo, en lo social; que debemos enseñar a nuestros hijos hombre s respetar a las mujeres; y desde luego, que las autoridades sean cada vez más precisas en modelos de prevención, contención y resolución de actos violentos.

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