Por lo menos en el último mes, medios de comunicación en el Estado de Durango, han dado cuenta de casos en los que se menciona una cantidad poco habitual de personas en situación de calle, adicional a ello, los conflictos relacionados con pandillerismo presuntamente se han agravado en algunas colonias del Municipio de Durango.
Para Ascensio Martínez, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, las pandillas actuales son “agrupaciones buscan la pertenencia, el esparcimiento y cierta seguridad y estabilidad en entornos sumamente desfavorecidos”. Además, el concepto mismo de “pandilla” remite en el imaginario social a organizaciones violentas y delictivas, que buscan la integración de jóvenes desfavorecidos y les dan cohesión, pertenencia, seguridad y confianza en espacios donde se enfrentan con amenazas de diversas maneras, esto se menciona en Las pandillas hoy: no violentas, transgresoras y con intereses recreativos, un artículo escrito por Fernando Guzmán Aguilar / Leyla Cárdenas para UNAMglobal.
Con la finalidad de combatir las tres acciones de: violencia, robo y agresiones que pudieran realizar jóvenes en la capital de Durango, se implementó el llamado Operativo Dragón, mismo que tiene la finalidad de recorrer las calles de diversas colonias y fraccionamientos a horarios y en días específicos para tratar de inhibir acciones que atenten contra la integridad de la población en general, y aunque parece una estrategia preventiva, en realidad únicamente es una política de seguridad emergente que no tiene una estructura sólida y en la que la criminalización de los jóvenes parece ser la principal consigna.
Hablar de quienes pudieran ser los responsables de estos tres problemas que suceden en la capital del Estado de Durango, sería irresponsable, ya que los tres fenómenos sociales antes citados – el pandillerismo y la mendicidad – están entrelazados y llevan a pensar en un factor común, el cual es la descomposición gradual y constante de un tejido social, que requiere más que campañas mediáticas, atención real a los factores que los generaran, iniciando por no criminalizar a los jóvenes que se reúnen para formar grupos sociales y atender a quienes requieren de los servicios de salud mental.
Al día de hoy, la cantidad de menores de edad que están en las calles, o bien que están reunidos para integrase en sus comunidades, barrios o zonas, es un tema complicado, por decirlo de una manera diplomática, y se debe contar con parámetros, así como con la supervisión constante de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos para permanecer vigilantes de que las acciones que se realizan para erradicar la violencia estén direccionados de forma correcta, y que no se conviertan en un pretexto para estigmatizar a las y los jóvenes o bien a personas con problemas de salud mental.