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¡La Paz, esté con nosotros!

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La postura del presidente de la República, ha agudizado el Ambiente Político de polarización en el país, que se supone, gobierna para todos, por su cerrazón para realizar los ajustes necesarios, que reviertan los resultados obtenidos hasta el momento en materia de seguridad, situación que ha tomado un nuevo matiz, a partir del asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en la sierra de Chihuahua, lo cual, indignó a la grey católica, atrayendo el llamado del Papa Francisco, quien expresó su dolor y consternación por la creciente ola de asesinatos en México. En ese sentido, la Conferencia del Episcopado Mexicano, convocó a una Jornada de Oración por la Paz, que inició el pasado domingo, con una sola petición: que el Gobierno Federal, replanteé su estrategia de seguridad, para que la paz, esté entre nosotros.

Ciertamente, este anhelo de pacificación, no es nuevo, y tampoco era desconocido en 2018 por el entonces candidato presidencial López Obrador, quien estando en campaña, el 22 de abril de ese año, prometió que en un lapso de seis meses, estando en el cargo, bajarían los niveles de violencia, tras manifestar su indignación por la masacre ocurrida en Minatitlán, Veracruz, que dejó como saldo a 14 muertos, entre ellos un bebé. El ahora presidente, evidentemente no cumplió. No conforme con eso, ha culpado insistentemente a sus antecesores de la violencia que se vive en lo que va de su sexenio, la cual ha crecido de forma sustancial, pues hasta junio de 2022, se han contabilizado 120 mil 655 muertes violentas en el país, superando a las 120 mil 463 ocurridas durante todo el periodo de Felipe Calderón, y muy cercanas a las perpetradas en el sexenio Peñanietista, las cuales, por la tendencia, AMLO también habrá de superar.

El arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez, durante la celebración eucarística con motivo de la Jornada por la Paz, no solo elevó una plegaria por este motivo, también alzó la voz ante la crisis moral y legal que existe en México, poniendo énfasis en el incremento del poder del crimen organizado, la falta de garantías y la errática política nacional en materia de seguridad. Minimizar el impacto que puede generar la movilización del catolisismo mexicano, es quizás, otro más de los errores del tabasqueño, quien en septiembre de 2020 se carcajeó en la “mañanera”, al leer la portada de conocido periódico de corte nacional, donde se expresaba que iban 45 masacres en ese año, diciendo que eso ya no ocurría en nuestro país. Con 71 masacres documentadas, concluyó 2020; 2021 con 62, y en lo que va de 2022, se contabilizan 42.

No hay tiempo para echar culpas al pasado, ni pintar de colores partidistas la realidad que mancha de sangre a México, aunque es ineludible la búsqueda de la justicia. El anhelo de paz es una osadía que nos compromete a todos, tal como lo señala el Consejo Consultivo por la Paz en Durango, constituido como punta de lanza en la generación de una cultura que detenga la violencia, impulsando los valores que defienden este derecho humano. En efecto, no es responsabilidad únicamente del Estado, sino de la sociedad entera. En cada ciudadano, se debe tener un agente de paz, pero es fundamental que haya una estrategia del Gobierno Federal acorde a esta realidad, solo así, la paz estará entre nosotros.

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