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GOBERNADOR, ¿ACASO NO LE DA PENA O UN POQUITO DE VERGÜENZA QUE LE PONGAN A UNA AVENIDA SU NOMBRE SIN MERECERLO?

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Una de las pocas satisfacciones que tiene el trabajo intelectual, es el del reconocimiento póstumo.  Quien se esfuerza por reflexionar, por criticar, por escribir y educar, generalmente trasciende, pues muchas veces sus logros se materializan en libros, artículos, columnas, conferencias y demás, y si la obra es sólida, permanece en el tiempo y a veces recibe gratitud tras la muerte de su hacedor, como es el caso del profesor José Santos Valdés, hombre que a su arduo trabajo de escritura añadió una labor magisterial de altísima valía. El profesor Santos Valdés ha tenido en la región lagunera y a nivel nacional varios reconocimientos, ya que fue infatigable organizador de la educación pública en nuestro país. Pues bien, resulta que el nombre y trayectoria de este ilustre lagunero, fue mancillado por un alcalde lambiscón que propuso cambiar el nombre del bulevar Santos Valdés por el del actual gobernador duranguense, José Rosas Aispuro.  En cuanto se hizo publica semejante aberración, las inconformidades no han cesado. Primero fueron los egresados de escuelas normales rurales agrupados en diferentes asociaciones y posteriormente el exdirector del Instituto 18 de marzo y contralor interno de la Cámara de Diputados, Jorge Torres Castillo, quien se pronunció en contra. “El cambio de nombre del Bulevard José Santos Valdés, por el de José Rosas Aispuro Torres, determinado por el cabildo de Lerdo, es un hecho ignominioso que agravia la memoria histórica del maestro José Santos Valdés, en desdoro de la imagen del Titular el Poder Ejecutivo de Durango”, reza el documento firmado por el inconforme. Lo que no sabe el Licenciado Torres Castillo, es que el Doctor en Derecho de apellido Aispuro Torres ignora lo que significa la palabra desdoro, pues en su vida ha escrito un libro ni publicado un artículo académico en alguna revista seria de investigación, este gobernador solo tiene capacidad para saberse de memoria las canciones del Julion Álvarez y de Los Tucanes de Tijuana, no da para más.  La brillante idea ha generado un malestar y ha causado tal indignación, que, en periódicos como La Jornada, Milenio y el Siglo de Torreón, dieron cuenta de semejante burrada. Incluso a nombre del Frente Magisterial y Popular José Santos Valdés y asociaciones de egresados normalistas de Durango, Zacatecas, Coahuila, Chihuahua y Aguascalientes, exigieron que jamás vuelva a cambiarse la notoriedad de ningún sitio público para imponerle otra, sin consultar a instituciones, corporaciones de la sociedad y pueblo en general y menos por un político gris y mediocre como el todavía gobernador de Durango. La senadora Margarita Valdez se sumó a la indignación, exhortando a los regidores de la tierra de Francisco Sarabia, a que enmendaran su postura. La impudicia del Ayuntamiento y del gobernador, atentan contra uno de los laguneros más ilustres de la república. Frente a un error de estas dimensiones no hay silencio evasivo ni justificación que valga, a menos que el arrastrado Alcalde y los regidores que avalaron su propuesta, enumeren una serie de virtudes humanas, políticas, académicas e intelectuales que distingan al Doctor en Derecho que inventa delitos para amenazar periodistas. Si tuviera un poquito de vergüenza y pena, el gobernador ya le hubiera pedido al barbero del alcalde que promueva una nueva iniciativa que deje sin efecto el acuerdo de Cabildo donde lo ensalzan, como si su gobierno hubiera sido el de un estadista. Pero como sus asesores son Verónica Terrones, Rosario Castro y el Totoy, me permito sugerirle que la solución no es tan complicada, el error podría enmendarse con un acto de desagravio por parte del Cabildo y la declinación pública del gobernador del Estado…esta sencillo no. Pero en virtud de que no se pudo evitar semejante absurdo, confiamos en que dentro de poco la iniciativa del lamebotas de Homero Martínez, presidente municipal de Ciudad Lerdo, y la desvergonzada aceptación del gobernador, serán demolidas.  Todo es cuestión de esperar a que estos sujetos, cuyo único mérito es tener hoy poder político, lo pierdan al dejar sus cargos para que la ciudadanía organizada y combativa, inspirada precisamente por el legado del Profesor José Santos Valdés, pulverice el agravio. Otro alcalde y otro cabildo, seguro entenderán que esto ha sido un disparate promovido por hombrecillos trepadores y entonces, nuevamente el bulevar volverá a llevar su nombre original. 

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