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La confesión del Presidente.

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De llamar la atención la confesión que hizo hace unos días el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, tras poner en marcha la vialidad que conduce hasta el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), al asegurar que tres de los hombres más cercanos a él le recomendaron continuar con el aeropuerto en Texcoco, pero que gracias a su insomnio resolvió que era mejor la “consulta”.

Y es que de entrada esta confesión que hace el mandatario, deja en claro el capricho expresado desde su campaña por no seguir con la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), en Texcoco, pues de acuerdo a su propia versión, a tres de sus colaboradores más cercanos, durante la etapa de la transición, Alfonso Romo, Javier Jiménez Espriú y Carlos Urzúa, les pidió que emitieran un dictamen con su recomendación respecto a lo que deberían hacer con esta obra, y la respuesta fue clara, que era mantener lo que se estaba haciendo en la nueva terminal aérea.

A pesar de esta recomendación no solo de personas cercanas a su proyecto transformador, sino de tres expertos en distintas áreas, como el caso de Romo que estaba muy enfocado a construir la relación con los empresarios mexicanos, y que sabía el impacto que tendría la decisión de cancelar el NAICM con quienes son generadores de empleos en México; de Jiménez Espriú que desde la campaña ya sabía que sería el Secretario de Infraestructura y Comunicaciones y Transportes (SICT), y se supone que habría consultado con conocedores del tema aeronáutico y de los problemas que ya se estaban presentando en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) por la incapacidad para seguir operando, y sobre todo, de Carlos Urzúa, quien ya estaba designado también como Secretario de Hacienda, quien en la parte financiera sabía del riesgo que implicaba la cancelación.

La decisión entonces del inquilino de Palacio Nacional fue la consulta, es decir, por encima de la opinión de personas que en verdad tenían la solvencia moral para emitir su opinión, se va por el lado de la “consulta”. Sin contar con la legislación en la materia, un porcentaje de participación muy bajo y con muchas inconsistencias en el manejo de las boletas y de las urnas, determina cancelar el proyecto y enfocarse en modificar la base militar de Santa Lucía para hacer el AIFA, pues me parece que su intención siempre fue, como ya quedó de manifiesto en esta confesión, mantener su postura radical respecto a un proyecto, que por el simple hecho de venir de otra administración no podría avalarla y quedar mal con quienes lo llevaron al poder.

Ese es justamente el problema de nuestro país, cada seis años los presidentes han buscado “reinventar” las formas de gobierno, y siempre nos quedamos tan solo con la esperanza de que las cosas van a cambiar, porque la clase política no ha entendido que no se trata de partidos ni de ideologías, se trata del bien común, y esto queda de manifiesto cuando el tiempo da la razón. Y creo que así será con el AIFA, pues por algo ni las aerolíneas comerciales, y ahora, de manera casi forzada, las de carga, no habrían iniciado operaciones ahí, pues no cuenta todavía con esa capacidad que la capital del país requiere, y es algo que un capricho no permite comprender.

Por otra parte, esta confesión también deja de manifiesto que el Ejecutivo Federal no escucha, y la muestra es que los tres personajes a los que hemos hecho mención, que eran de toda su confianza, Romo, Jiménez y Urzúa, ya no forman parte de su administración. Como ciudadanos hay quienes tenemos claro que los gobernantes no pueden ser “todólogos” y deben recurrir a personas especialistas en cada rama de la administración, valorar los pros y contras de las políticas públicas; pero si existe la “cerrazón” política, pensando más en lo que se cree que está bien, por encima del bien común, pues esos seguirán siendo siempre los resultados.

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