Mi padre me enseñó que la palabra vale y que una promesa hecha es un compromiso que se tiene que cumplir. Más allá de las formalidades, siempre dijo que creía más en lo que decía que en lo que firmaba, porque siempre venían letras pequeñitas o conceptos que no se entendían a cabalidad; pero lo que se habla, lleva la intención de quien lo dice. No hay forma de desentenderse, porque quien emite el mensaje sabe perfectamente lo que quiere decir, la intención que tienen sus palabras. Honrar la palabra es el compromiso moral que asume una persona de cumplir lo que ofreció. Quien honra su palabra lo hace no porque firmó un papel, entregó prendas o por temor de perder el trabajo. El impacto más fuerte al no honrar la palabra es mentirse a sí mismo y crear un hábito o conversación propia de que ello está bien. De ahí que la a reflexión es si no te tomas en serio, ¿cómo puedes esperar que alguien más lo haga? Los diversos programas y proyectos que la administración municipal ha implementado desde el primer día de gobierno reflejan simple y sencillamente, que el alcalde Antonio Ochoa cumple con su palabra. Hablemos de frente y el futuro contigo no son solamente frases bonitas o demagogas, sino que van de la mano con una práctica que en la mayoría de los políticos ha pasado de moda, me refiero a honrar la palabra. En campaña y desde los primeros días como gobierno, Toño Ochoa se comprometió a emprender las acciones necesarias para resolver de forma transparente, rápida y eficaz, las problemáticas más urgentes a las que se enfrenta el municipio. Se comprometió a que Durango saliera del letargo, se comprometió a impulsar todos aquellos proyectos y aspiraciones individuales, de grupo y comunitarios que solo estaban esperando una oportunidad. De lunes a domingo se atienden los reportes ciudadanos y a la par se realizan jornadas laborales que le dan continuidad y resuelven proyectos y obras: Sin duda alguna, este ritmo de trabajo ha sido posible gracias a que Toño contagia a los trabajadores del municipio, mismos que han entrado en una dinámica de trabajo que en tan solo unos meses ha dado resultados más que evidentes, los cuales la ciudadanía percibe y en consecuencia aprueba. Somos los duranguenses gente buena, gente amable, gente sencilla y gente luchona. Toño pertenece a esta comunidad y a este sector, es raza pues, y lo deja en claro demostrando que las cosas se hacen no solamente se dicen y cuando se dicen y se prometen, hay que cumplir y saber honrar la palabra, algo en la mayoría de los políticos ha pasado de moda. Y es que casi nadie les cree a los políticos, pero sus palabras siguen generando esperanza y en pocos días llega la desilusión. Claro, a nadie sorprende y ese es el problema. Estamos tan acostumbrados a que no se honren las palabras, a que lo dicho se vaya volando con el viento, a que olvidemos las promesas y a que la desilusión se haga presente, que ya ni siquiera hacemos un esfuerzo para recordarles sus compromisos. Andamos distraídos y ese es el problema. Nos olvidamos de lo que dijeron y ese es su escudo, nuestra falta de memoria. Pero, todo parece indicar que con el alcalde de Durango podría ser diferente. Toño Ochoa ha sabido honrar su palabra, pues, así como la empeñó en campaña para ganarse la confianza de los votantes, ahora como alcalde, ha demostrado una total disposición por estar moviendo y transformando a Durango. Por ese motivo los duranguenses un día sí y el otro también, damos fe de que, a diferencia de otras administraciones, esta vez sí tenemos Presidente Municipal, por eso son muchos los ciudadanos que dicen que le agradecen a Toño Ochoa por honrar su palabra y por cumplirle a los duranguenses.
