Si bien es cierto Otis apareció en la imagen satelital como una depresión tropical más, en cosa de 12 horas, pasó a convertirse quizá en el peor huracán que haya tocado tierra en nuestro país -a reserva de poder cotejar el dato-, lo que sí, es el primero categoría 5 que impacta las costas de México, que en este caso fue Acapulco, uno de los principales destinos turísticos de México y paradójicamente también, uno de los que mayor pobreza presenta, no en sus zonas hoteleras, pero sí en donde viven las personas de mayor vulnerabilidad, los cuales quedaron a su suerte, cuando no hubo manera de alertarlos sobre lo que tenían que hacer en caso de que el meteoro tocara tierra, lo que de pasó, desnudó un deficiente sistema de protección civil que nunca pudo avisar a la población lo que estaba por venir.
Hasta ayer por la noche, se cuantíficaban 28 muertos y cuatro desaparecidos, cifra que difícilmente se quedará ahí ante la destrucción que dejó el ciclón a su paso y del cual, ya se puede dar testimonio, a través de las redes sociales, sin embargo, aún falta realizar esos mismos recorridos por la zona de mayor devastación, sí, en donde viven las familias con viviendas de materiales frágiles o propensas a inundaciones, ahí el número de decesos podría aumentar de manera exponencial y ni que decir de los desaparecidos, por lo que Rosa Isela Rodríguez, titular de Seguridad Pública a nivel federal, deberá estar haciendo un corte de caja en los próximos días, para saber el número de personas muertas y las dimensiones de esta tragedia, quizá sin precedentes en la historia de nuestro país.
Por años los estados se acostumbraron a recurrir al Fondo Nacional de Desastres Naturales -FONDEN- como la única herramienta de ayuda para sacar a sus entidades de una situación de emergencia semejante, sin embargo, en el año 2020, dicho fideicomiso desapareció -al menos eso fue lo que se nos aseguró- bajo el argumento de que había corrupción en el mismo, sin embargo, ante la tragedia de Otis, el gobierno federal asegura -ahora- que el FONDEN, realmente nunca desapareció y que tiene poco más de 10 mil millones de pesos, solo que las reglas de operación cambiaron y ahora, es la SEDENA y no Banobras quien opera ese fondo, como si no se le hubiera dado ya suficiente en este sexenio a nuestras fuerzas armadas.
Si bien se vio al Presidente tratando de llegar a Guerrero a bordo de una camioneta y después, pasarse a un vehículo todo terreno de las fuerzas castrenses, al final, se terminó atascando como su política de gobierno para atender este tipo de contingencias, es decir, reaccionaría siempre y jamás preventiva, para muchos, solo se dio un “baño de pueblo” ante quienes aún lo apoyan, mismo que seguramente, buscará capitalizar desde el púlpito de la Mañanera en votos y mayores adeptos para su proyecto transformador, pues este tema de Otis le dará para varias semanas para marcar la agenda, a partir de lo cual, seguirá marcando la narrativa nacional, por lo que esta tragedia, por cruenta que sea, le cayó como “anillo al dedo”.