La estadounidense Margaret Mead ha sido posiblemente la mujer más influyente en el mundo de la antropología, y tal vez una de las personalidades más sensibles hacia el estudio de otras culturas. Mead fue la primera antropóloga en estudiar las educación y crianza de niños en las distintas culturas. Sus trabajos sobre teoría de la enseñanza, son actualmente una referencia básica. Uno de sus libros “Coming of Age in Samoa”, fue un best seller, traducido a varios idiomas. Esta obra presentó al público por primera vez la idea de que el carácter que el individuo adquiere a lo largo de los estados de crecimiento y socialización acaba siendo definido de acuerdo con las necesidades específicas de cada cultura. De esta forma, el carácter del adolescente (ya sea agresivo, pacífico, introvertido, etc) puede estar definido y ser característico en función del entorno donde se ha criado. Según una historia ampliamente conocida, al término de una conferencia, un estudiante le preguntó a la antropóloga Mead cuál pensaba o consideraba que era el primer signo de una sociedad civilizada. En lugar de mencionar elementos tangibles como herramientas o artefactos, Mead enfocó su respuesta en un acto de cuidado y ayuda mutua: el hecho de que un fémur roto se haya curado. En el mundo animal, una lesión grave como un fémur roto o incluso casi cualquier hueso, suele ser una sentencia de muerte, ya que los animales dependen de su movilidad y capacidad para buscar alimento, agua y refugio. Sin la capacidad de escapar de los depredadores o satisfacer sus necesidades básicas, la supervivencia se vuelve extremadamente difícil. Sin embargo, cuando se encuentra un fémur roto que ha sanado, es evidencia de que alguien se ha preocupado lo suficiente como para brindar apoyo y cuidado a la persona lesionada. El punto clave que Mead quería destacar es que la ayuda y el cuidado hacia los demás en momentos de dificultad son un indicio de civilización.
El acto de quedarse con alguien que ha sufrido una lesión, vendar la herida, proporcionar un lugar seguro y ayudar en su recuperación muestra una preocupación por el bienestar y la supervivencia de los demás miembros de la comunidad. Esto va más allá de las necesidades individuales y establece las bases para la construcción de una sociedad cohesionada y solidaria. En resumen, el relato de Margaret Mead enfatiza que la civilización no se basa únicamente en avances tecnológicos o materiales, sino en la capacidad de las personas para ayudarse y cuidarse mutuamente en momentos de adversidad. El acto de brindar apoyo y preocuparse por el bienestar de los demás es lo que marca el inicio de una sociedad civilizada. En el reino animal, el que se rompe la pierna se muere. No puede correr para huir del peligro, ir al río para beber agua o cazar, se convierte en carne fresca para los depredadores. Ningún animal sobrevive a una pata rota por tiempo suficiente para que el hueso sane. Un fémur roto, que cicatrizó, es evidencia de que alguien tuvo tiempo para quedarse con el que cayó, trató su herida, lo llevó a la seguridad, y cuidó de él hasta que se recuperó. Todas las personas necesitan ayuda, cuidado o apoyo de otras en algún momento, e incluso a lo largo de toda su vida, para subsistir, participar en la sociedad y vivir con dignidad. En el caso de las personas vulnerables, la forma en que estos cuidados se despliegan está estrechamente relacionada con el sistema de creencias y valores de la sociedad, lo que quiere decir que la colaboración y el cuidado mutuo están en el ADN de la civilización. Fractura de fémur curado y sanado, sin duda, una hermosa historia que refleja la bondad, el altruismo y la colaboración en el corazón del ser humano.