Han pasado seis años que ocurriera el primer “tsunami morenista”, el que llevó a Lopez Obrador a Palacio Nacional y diera al partido del presidente y sus aliados, una holgada mayoría simple en ambas cámaras. El paso del tiempo no a podido explicar a algunas personas lo que realmente sucedió. Siguen atribuyendo los 30 millones de votos que obtuvo AMLO, el 53% de la votación total exclusivamente a un hartazgo contra el PRI. Premisa errónea pues el tricolor tenía apenas seis años de haber regresado a los Pinos, aunque no se puede negar que en este corto lapso generó una gran decepción, pero lo que fue definitorio y definitivo fue la aceptación y el futuro esperanzador que provocó López Obrador.
Quien capitalizó el hartazgo contra el PRI, generado durante los 71 años de gobierno fue realmente Vicente Fox en el 2000, que aderezó este hecho con la palabra “cambio” logrando de esta forma la Presidencia de la República, además de una “supuesta alternancia”. Sin embargo queda para el “juicio de la historia” la traición a su partido y a su candidata en el 2012, pues fue Fox uno de los más entusiastas promotores del regreso de el PRI a los Pinosen la persona de Peña Nieto, utilizando un falaz y pueril argumento: “apoyo al PRI para no tener a López Chávez (en referencia a López Obrador) como presidente destruiría todo lo que hemos hecho por México, yo no quiero que mi país se convierta en Venezuela”. Afirmación que formó parte de las “campañas negras” igual que la aseveración “López Obrador un peligro para México”. En el 2018 se habló que cambiaria la Constitución con la pretensión de reelegirse. Pero cuando logró producto de la trásfuga de legisladores, la mayoría calificada en ambas cámaras, lo que realmente impulsó fue la revocación de mandato a la que meses después el mismo se sometió.
No se pudiera entender al México actual sin el PRI, formador de cuadros e instituciones. Sin embargo su debacle inició con el viraje que dio en 1982, con la llegada del primer presidente con tintes tecnócratas, Miguel de la Madrid, de quien se asegura fue el que ocasionó que se perdiera la presidencia de la república en 1988, como consecuencia del triste papel que realizó en la Ciudad de México en el sismo de 1985, el abandono en que dejó a los capitalinos se lo cobraron los mexicanos en las urnas, aunque esto fue tan solo la gota que derramó el vaso de un gobierno frívolo gris y sin rumbo. Son muy pocos los que piensan, que Carlos Salinas ganó las elecciones, mayoritariamente lo vemos como el usurpador de una presidencia que le correspondía a Cuauhtemoc Cárdenas. Muchos no tenemos duda, que este fraude se replicó en el 2006 y en el 2012 aunque este último año con menos claridad.
Se pudiera decir que los gobiernos en turno, le robaron el triunfo a las fuerzas progresistas en tres ocasiones y si en el 2018 la victoria de AMLO no hubiera sido tan contundente, lo hubieran hecho por cuarta ocasión. Pero no existe alquimia o fraude electoral que pueda revertir una diferencia tan grande. En el 2024 Claudia Sheinbaum gana con 36 millones de votos, el 60% de el total de la votación emitida, más del doble que su competidora más cercana, y el único argumento que logra articular la oposición es “fue por el uso electoral de los programas sociales” de ser así, la pregunta es ¿como sin programas sociales lograron tal votación en las ocasiones anteriores incluido el 2018?
Desestimaron las encuestas, descalificaron la aceptación de AMLO, de Claudia y de la #CuartaTransformación, apostaron al clasismo, basaron sus argumentos en mentiras y descalificaciones, difundieron los hashtag #SeLeVaaCaerelPais, #MorenaNoSabeGobernar y #Narcopresidente. Sin distingos de clases sociales de todos los extractos votaron mayoritariamente por Claudia, pensaron que era una guerra de ricos contra pobres, se les olvidó hacer propuestas, y al final no entienden que pasó, y lo peor es que no entienden… que no entienden.