No hace mucho en México existió un aspirante a la Presidencia de la República, que durante las tres campañas que realizó, para obtener su objetivo, una de las principales “banderas” sociales que encabezó fue el de asegurar que de llegar a Palacio Nacional regresaría al Ejército Mexicano a los cuarteles, pues no tendrían porqué estar en la calle, es decir, estuvo en contra de lo que también llamaba “militarización”. Claro, ese eterno candidato quizá nunca consideró que su sueño se cumpliría, no solo de obtener la máxima magistratura en la nación, sino también de tener el poder para decidir el destino de las fuerzas armadas.
Andrés Manuel López Obrador hoy le da un giro radical a lo que fue una de sus propuestas de campaña, pues a través de la mayoría calificada en el Poder Legislativo busca modificar 12 artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mediante la cual se estaría integrando la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, en palabras simples, los militares estarían en las calles haciendo labores que normalmente le corresponderían a corporaciones civiles, a pesar de la preparación y adiestramiento a los que son sometidos durante su preparación. Aquel aspirante que encabezó la oposición por mucho tiempo, seguro hoy estaría criticando fuertemente la decisión unilateral del actual Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.
Prioridad.
Desde luego la prioridad sigue siendo la seguridad de los mexicanos, mientras ésta se logre quizá no importe la forma sino el fondo de las cosas; incluso sin ser experto en la materia creo que a pesar de que el Ejército Mexicano sigue siendo una de las instituciones en la que los mexicanos más confiamos, el tema es que no se vaya a caer en violaciones de los derechos humanos, por decir lo mínimo, mientras realizan sus tareas.
Fracaso.
A pesar de que se diga lo contrario, esta decisión termina siendo un rotundo fracaso del Gobierno Federal en cuanto al combate de la inseguridad en el país, no hay defensa que pueda contra la intención de tener una Guardia Nacional con mando civil que iba a estar integrada por los elementos de la entonces Policía Federal, y al no cumplir con las expectativas y para que no se evidenciara que fue una mala decisión, esta corporación incorporó a efectivos castrenses a sus filas; hoy la inmensa mayoría de los elementos provienen de las Fuerzas Armadas. Incorporarlos a la Sedena es cuestión de trámite administrativo, pues en los hechos los elementos provienen del mismo origen militar, pero todo se disfraza con el argumento de que habrá mayor seguridad en el país.
Opositor.
En aquellos años surgió también otro opositor siempre con un cartel donde se leía que se estaba en contra de la “militarización”; dicho opositor hoy preside Morena a nivel nacional y será el próximo Secretario de Educación en el país. Seguramente la incongruencia de muchos políticos es un tatuaje que llevan plasmado en su andar, pues Mario Delgado buscó por todos los medios evitar que los militares hicieran la labor que le corresponde a las corporaciones de prevención o del combate a la inseguridad, y hoy con la “mano en la cintura” defiende la instrucción enviada desde Palacio Nacional. Así el “mundo al revés” de varios políticos.
Poder.
Me parece que el poder se puede conseguir de varias formas, pero dos de ellas sin duda son a través del control político de las instituciones, ganado democráticamente; y segundo bajo el control de las armas, es decir en este último caso es importante destacar que el Ejército Mexicano tiene cada vez más tareas que les representan ingresos, y eso consolida la lealtad al Comandante Supremo. Así de sencillo. ¿Qué estaría criticando aquel aspirante de entonces? Porque hoy no hay un López Obrador en la oposición.