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LOS MORDELONES DEL INSENSIBLE TOÑO OCHOA SE ENCUENTRAN EN AQUILES SERDAN E INDEPENDENCIA, EN HIDALGO Y NEGRETE Y EN TODAS PARTES…COMO NOS HACEN FALTAN LOS ÁRABES DE ANTES

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El señor Antonio Azdar, mejor conocido como “el árabe”, era un agente de vialidad de la ciudad de Durango en los años setentas y ochentas. A pesar de la naturaleza de su trabajo, no pertenecía al famoso grupo de “mordelones”, apodo que los ciudadanos le tenían a los patrulleros y motociclistas de vialidad que pedían mordida para no ser infraccionados, por eso les decían mordelones. La palabra “mordida”, entendida como “pago”, se usa para referirse a los sobornos dentro del intercambio de bienes o servicios, para sacar provecho de alguien o algo. A las muchachas que traían un uniforme verde y andaban en las calles del primer cuadro de la ciudad con unas pinzas y un desarmador quitando placas por no ponerle placas al parquímetro, les decían “pericas”. Desde hace varios días, por órdenes del insensible alcalde Antonio Ochoa, patrullas y agentes de motocicleta pertenecientes a seguridad pública municipal, se instalan a toda máquina en la esquina de Aquiles Serdán e Independencia. De las ocho de la mañana a las ocho de la noche, los voraces agentes están con sus cinco sentidos bien alertas para molestar a los ciudadanos, ya que ese cruce durante todo el día es de alta circulación y al estar deteniendo motociclistas y conductores de vehículos únicamente porque son sospechosos, provocan un caos vehicular. Lo mismo sucede en la esquina de Hidalgo y Negrete, es decir a dos cuadras, esto por si de un cruce o del otro se les escapa una víctima. Leyó usted bien estimado lector, se les escapa, pues el que esto escribe estuvo durante media hora a prudente distancia para observar su modus operandi. Sin importar que los motociclistas porten su casco y su respectiva placa, arbitrariamente y al pregúntales el motociclista el porqué de la detención, la respuesta es que para solicitarle la licencia Fui testigo de varios motociclistas que rogando les pidieron a los rapaces uniformados les permitieran irse, pues trabajaban repartiendo comida y estaban ahorrando para sacar la licencia y adquirir las placas. A partir del ruego, los abrazaban, se los llevaban a un ladito y curiosamente después de un breve intercambio de palabras, se decidía si a la moto se la llevaba la grúa o no. Es muy sencillo alcalde Toño Ochoa, póngase en los zapatos de los ciudadanos para que se dé cuenta lo que sienten los que, a pesar de portar placas, casco en el caso de los motociclistas, y velocidad moderada y cinturón de seguridad en el caso de los conductores de vehículos, se les detiene nada más para checar si traen licencia, y que cree que sucede si no traen, pues muy sencillo, los muerden y a uno que otro lo multan. Estas heroicas acciones del grupo de mordelones de Toño Ochoa, provocan rabia, impotencia y coraje en el ciudadano que sale a trabajar para ganarse la vida.  Ahora que, si tiene duda o no se da cuenta de las molestias que causan sus absurdas e insensibles imposiciones, muy sencillo, como dice la canción de Menudo, lo invito a que se suba a mi moto que porta placa, nos pongamos ambos el casco, y usted escoja la hora para circular por los cruces donde se agazapan los miembros del escuadrón conocido como la policía siempre en vigilia, para que se dé cuenta que nos van a orillar a la orilla para mordernos por órdenes del presidente municipal de Durango. Es así como el insensible alcalde de Durango dice querer a Durango. Con estas acciones de abuso de autoridad en contra de los ciudadanos es como Toño Ochoa dice estar enamorado de Durango…como dice la canción, ay amor ya no me quieras tanto. En tiempos de navidad, los agentes como “el árabe” Azdar se ponían a dirigir el tráfico en 20 de noviembre y Cuauhtémoc o Libertad, no había semáforos, la ingeniería vial se basaba solo en el silbato del “árabe”. Los conductores hacían un pequeño alto y le daban regalos a este tipo de agentes, y para navidad, era muy común ver al elemento de validad dirigiendo el transito rodeado de regalos que voluntariamente los duranguenses les obsequiaban. A diferencia de los mordelones de tiempos pasados, a los mordelones del insensible Presidente Municipal Toño Ochoa, los ciudadanos les decimos de otra manera, pues los regalos ya no existen y las mordidas se convirtieron en abusos y asalto en despoblado. Por cierto, el papá del mejor agente de tránsito que ha tenido Durango se llamaba Elías Azdar Gil, nacido en las lejanas tierras de medio oriente.

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