A lo largo de la historia, se han desarrollado varias doctrinas filosóficas por todo el mundo. Muchas de ellas sirven a la población para encontrar el sentido de la vida, el camino a seguir o la trayectoria hacia la felicidad. En este sentido, el estoicismo es un buen ejemplo. La palabra estoico pocas veces se utiliza en las diarias conversaciones de uso común, y es que su significado se aplica o relaciona con seres humanos que distan mucho de ser ordinarios. Estoicismo es una doctrina filosófica que practica el dominio de las pasiones que perturban la vida, valiéndose de la virtud y la razón. El estoicismo distingue entre lo que depende de nosotros y lo que no. Los estoicos buscaban la serenidad, aceptando lo que no pueden cambiar y concentrándose en cultivar las virtudes que sí están bajo su control. Por ejemplo, si imaginamos que alguien gana la lotería y lo comunica con calma, decimos que lo hizo con “absoluto estoicismo”. Lo mismo podemos pensar de quienes tienen que tomar grandes decisiones y logran hacerlo con entereza y racionalidad, sin dejarse llevar por las emociones. Después del histórico y esperado triunfo del Licenciado Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 2018 y durante el periodo de transición, todo mundo daba por hecho que el Licenciado César Yáñez Centeno se convertiría en el vocero presidencial o por lo menos ocuparía una secretaría de estado, y no era para menos, como nadie, Yáñez Centeno se la jugó durante más de dos décadas al lado de un hombre que se convirtió en Presidente de México. Muchas líneas se han escrito sobre esta fidelidad perruna de César para con un ser humano irrepetible y extraordinario como López Obrador, pero no está por demás recalcar que la actuación y participación del colimense al lado del tabasqueño, contribuyó enormemente a mantener el sueño, a no bajar los brazos y a luchar para conseguir el objetivo, que después de muchas penurias, desdenes, malos tratos e indiferencias solo dos hombres vivieron: el Licenciado López Obrador y César Yáñez. Primero el asunto de lo relacionado con su boda, y posteriormente dos libros cargados de odio y resentimiento escritos con la única intención de manchar el nombre y la imagen del Licenciado Andrés Manuel López Obrador utilizando el nombre de César Yáñez, el nombre que vivió como nadie dieciocho años de azarosos acontecimientos y sucesos que dan para escribir ríos de tinta. Agregado a ello los zalameros, politiqueros, oportunistas y mal intencionados personajes que le llenaron la cabeza de humo a AMLO. Para la Real Academia de la Lengua Española, una persona estoica es la que sufre dolor o problemas sin quejarse o sin mostrar lo que siente. Sin embargo, la doctrina estoica se basa más bien en guiarse por la razón y, debido a que no se puede controlar lo que sucede a nuestro alrededor, si se puede controlar lo que se piensa al respecto de lo que sucede. Aquellos que dejan a un lado la botella de la amargura y en vez de ello alzan la copa de la gratitud a pesar de las tribulaciones, son seres humanos excepcionales y difíciles de encontrar. César nunca se quejó, jamás fue a reclamar o a pedir explicaciones de por qué el trato que estaba recibiendo, o bien porque le asignaban responsabilidades no acordes a su perfil. Como se dice coloquialmente “aguantó vara”, pero lo hizo estoicamente. Por ello, el estoicismo se fija especialmente en las emociones, a las que se refiere como pasiones, y que divide en buenas, malas e indiferentes. Las buenas hay que potenciarlas, las indiferentes obviarlas y hay que lidiar con las malas. La reflexión que hace el estoicismo al respecto, es que a las personas no las perturban las cosas que pasan sino las opiniones que tienen sobre esas cosas que pasan. La Doctora Claudia Sheinbaum Pardo y la Secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez, cuentan con un subsecretario que conoce todos los rincones del país, – de Mérida a Ensenada-, que tiene el toque, la experiencia, el conocimiento y sobre todo la sensibilidad para tratar, enfrentar y sobre todo resolver los asuntos que se presenten y le encarguen, por más peliagudos que estos sean, pero sobre todo lo más importante, que en las buenas, las malas y las maduras, jamás perderá la virtud de los estoicos, una disciplina que tiene que ver con la excelencia y con alcanzar el potencial al que se está destinado.
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