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EL FLAUTISTA DE HAMELIN EN DURANGO

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Érase una vez un precioso pueblo llamado Durango de Hamelin. En él se respiraba aire puro, pues los ciudadanos eran gente trabajadora y honrada. La naturaleza fue generosa con el estado llamado Durango de Hamelin, vastos valles, bosques, semidesierto, ríos y montañas eran parte de su riqueza. Había trabajo y, sobre todo, la población confiaba en sus gobernantes, que regularmente eran personas incapaces de robarse un peso público, pedir moches o construir obras absurdas. Se puede decir que Durango de Hamelin era un pueblo donde la gente era feliz. Pero todo cambio a partir del 15 de septiembre del 2016. Desde ese día comenzaron a suceder cosas muy extrañas. Cuando los habitantes de Durango de Hamelin se levantaban por la mañana, empezaron a ver ratones por todas partes. Todos corrieron presos del pánico a cerrar las puertas de sus casas y negocios para que no se comieran los alimentos e hicieran destrozos. Pero esto no sirvió de mucho, porque en cuestión de poco tiempo y conforme transcurrían los meses y los años, las ciudades y los pueblos de Durango de Hamelin, eran invadidos por miles de roedores que paseaban a sus anchas entrando por todas las rendijas y agujeros que veían. La situación era incontrolable, así transcurrió el año 2017, el 2018, en que organizaron un festivalillo llamado Revueltas y las ratas se lo comieron todo y nadie sabía qué hacer. En el 2019 y 2020, las ratas se apoderaron del dinero destinado a confeccionar los uniformes escolares de los niños de todo el estado y también anunciaron la construcción de un innecesario puente que costo cuatro veces más de su presupuesto inicial…las ratas estaban haciendo de las suyas. Era tanta la plaga de estos roedores, que como si no supiera la causa y haciéndose pasar por ingenuo, el gobernadorcillo mandó reunir a todos los habitantes del pueblo en la plaza principal, se subió a un escalón muy alto y gritando o mejor dicho tartamudeando, para que todo el mundo le escuchara, dijo: – Se hace saber que se recompensará con un saco de monedas de oro y un concierto privado del Julion Álvarez, como el que se dio en el museo Francisco Villa, al valiente que consiga liberarnos de esta pesadilla. La noticia se extendió rápidamente por toda la comarca y al día siguiente, en el Centro de Convenciones Bicentenario se presentó un joven flaco y de ojos grandes que tan sólo llevaba un saco al hombro y una flauta en la mano derecha. Muy decidido, se dirigió al gobernadorcillo y le dijo con gesto serio: – Señor, vengo a ayudarles. Yo limpiaré a Durango de Hamelin de ratas y ratones y todo volverá a la normalidad.  Con la intención de calmar el ánimo social, el gobernadorcillo que presumía de ser Doctor en Derecho, le pidió al flautista que hiciera su trabajo de inmediato. Sin esperar ni un minuto más, se dio la vuelta y comenzó a tocar la flauta. La melodía era dulce y maravillosa. Los lugareños se miraron sin entender nada, pero más sorprendidos se quedaron cuando la plaza empezó a llenarse de ratones, y más todavía cuando entre esos ratones se encontraban casi todos los miembros del gabinete legal y ampliado del Gobernadorcillo de Durango de Hamelin. Miles de duranguenses rodearon al músico y de manera casi mágica, se quedaron pasmados al escuchar el sonido que se colaba por sus orejas. El flautista, sin dejar de tocar, empezó a caminar y a alejarse del pueblo seguido por una larguísima fila de ratones, que parecían hechizados por la música. Atravesó la ciudad, se dirigió a la presa Guadalupe Victoria y como no fue suficiente porque la cantidad de ratas era numerosa, de ahí se trasladó a la presa Peña del Águila, y las ratas que hechizadas lo seguían terminaron ahogadas, de esa manera estos molestos y repudiados animales desaparecieron de Durango de Hamelin para siempre. ¡Todos estaban felices! ¡Por fin se había solucionado el problema! Esa noche, niños y mayores se pusieron sus mejores galas y celebraron una fiesta en la plaza Cuarto Centenario con comida, bebida y baile para todo el mundo. Un par de días después, el flautista regresó para cobrar su recompensa. – Vengo por las monedas de oro que me corresponden – le dijo al a vigilante del CCB –. He cumplido mi palabra y ahora el Gobernador debe cumplir con la suya – El vigilante del edificio le miró fijamente y soltó una gran carcajada. – ¡Ja ja ja ja! Hace dos días que ningún funcionario de gobierno se aparece por aquí, la última vez que los vieron eran parte de una caravana de ratas que seguían a un señor que tocaba la flauta. El gobernador y sus funcionarios se perdieron en las montañas o se ahogaron, lo cual me me da mucho gusto porque por fin se exterminó la plaga de ratas que padecimos durante seis años -. Pobre flautista, le quedaron debiendo como a los cientos de proveedores que no se les pagaron sus servicios, igual que a la Universidad y como a los municipios que no recibieron sus participaciones en tiempo y forma, todo por culpa de una avaricia que no tuvo límites y dejó en la banca rota a Durango de Hamelin. La buena noticia es que esas ratas ya no volverán jamás, y el flautista que no se preocupe, a partir del 15 de septiembre del año que corre, los duranguenses nos cooperaremos para pagarle los honorarios que le quedaron debiendo las ratas.

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