Si la clase política local no tiene memoria, la sociedad sí. Durango por muchas razones, es un Estado muy singular. Por su ubicación geográfica, a las políticas y los políticos de la entidad, han hecho de nuestro Estado su frase favorita: “Durango es el corazón de la patria”. La hacen famosa sobre todo en sus discursos y cuando andan en campaña. Rara vez, los escuchamos enfrentar nuestra realidad y como nos conocen en todo el territorio nacional; Durango es el Chiapas del norte. Esto tiene que ver porque solo aportamos al PIB en 0.9% y tenemos el síndrome de ser un Estado condenado a no tener desarrollo y crecimiento económico.
Pero eso sí; cada sexenio nos prometen dejar de ser el famoso Chiapas del norte. Desde que tenemos memoria, las deudas y el déficit financiero de los gobiernos en turno, se ha vuelto una costumbre que vivimos cada fin de año. No se requiere ir más lejos; solo basta echar una mirada a las hemerotecas desde Alejandro Páez Urquidi, al día de hoy, y nos daremos que es la misma gata nomás que revolcada. Es como si fuera una película de largometraje, donde solo cambian los actores, las actrices, directores y productores. Desde Paez Urquidi, han pasado más de 50 años y sume usted la lista de los gobernadores en ese tiempo. Sin embargo, ninguno ha dejado finanzas sanas a su sucesor.
Esto no significa no entender, que los gobiernos requieren, aparte de recursos públicos, financiamiento privado para la obra pública. Lo que ha sucedido en muchas ocasiones, es la falta de la comunicación de manera honesta o transparente de dichos recursos. Al parecer, la ecuación es la misma: el sector privado siempre busca hacer negocios con recursos públicos y los políticos en turno, quieren lo mismo. Será por esa razón, que los políticos cercanos al primer circulo del gobernador en turno, entran pobres y cuando terminan el sexenio son millonarios. Y así, no hay dinero que alcance. La corrupción, el peculado y el tráfico de influencias entre otras cosas, son conductas difíciles de desterrar en la clase política, y debido a ello, la sociedad sufre las consecuencias.
Cada sexenio que termina, deja al que llega un déficit que va en aumento y por supuesto hasta que la liga se revienta, es por eso que la actual administración terminó el año de “panzazo”. No debemos de olvidar, que en el pasado sexenio brilló la corrupción y el uso personal de los recursos públicos que terminaron en unas cuantas personas. De acuerdo, a los que saben de finanzas públicas calculan que podrían pasar varios años para cubrir todo el boquete financiero que heredaron. Por eso tal vez, no se cubrieron a tiempo quincenas y parte de los aguinaldos a las y los trabajadores del Estado y del municipio. Ignoramos como pudo el gobierno actual cumplir sus compromisos financieros, si hubo préstamos bancarios, recursos extraordinarios por parte de la federación, pero sin duda, pronto sabremos el misterio de cómo se consiguieron los recursos.
Por lo pronto, el congreso del Estado le aprobó al gobernador la ley de ingresos y de egresos de 2024. Aunque es buena señal, no significa que sea la solución, como están las cosas en un año los durangueses debemos de estar prevenidos para terminar el año 2024 de “panzazo” o de milagro. Mientras no se recupere el monto de los recursos públicos que no aparecen, mucho tememos que los discursos para hablar de crecimiento y de desarrollo económico, serán retórica pura. No solo de aguinaldos, alumbrado navideño, piñatas y “tropicalismo apache” vivimos los durangueses.