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INSTRUCCIONES PARA NO RENDIRSE

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Aprender a no rendirse es mucho más que ser fuerte. Rendirse, para muchas personas, es abandonar, tirar la toalla, dejar que los acontecimientos y situaciones desafiantes les pasen por encima y arruinar sus sueños, sus metas y su vida. Rendirse, también, significa entregarse al devenir de las cosas; al fluir; al conectar con la experiencia más profunda detrás de cada dificultad sobre la que no se tiene ningún tipo de control. “Cuando nada es seguro, todo es posible”. Todas las grandes crisis por las que atravesamos como seres humanos nos fortalecen, esto si así lo elegimos y asumimos. Esta capacidad innata la tenemos todas las personas, porque, en esencia, todos somos resilientes, esa gran fuerza invisible que aparece para ayudarnos a atravesar enormes desafíos. Cuando se tienen experiencias cercanas a la muerte; cuando todo parece haberse destruido en un segundo; incluso cuando la vida se presenta completamente negra y oscura, se tiene la enorme oportunidad de empezar a aprender de esa experiencia, sin forzar, con gratitud, entendimiento, y ver qué hay más allá de lo obvio de ese mal momento que está transcurriendo. ¿Se ha preguntado cómo será en el futuro? Es algo que vale la pena contemplar profundamente. Cuando las personas se rinden y renuncian a sus sueños, no solo se están haciendo daño hoy; también están matando a su yo del futuro. Ese futuro está limitado por las decisiones que se toman en el presente. Un día llegará ese futuro y el deseo de poder cambiar la decisión de rendirse. Para entonces, será demasiado tarde y no se podrá cambiar el pasado. No hay botón de rebobinar en la vida. No rendirse, no significa exactamente no sentir la contundencia de lo que está pasando. Es sentirlo, sumergirse y vivir esas emociones, sin paralizarse, sabiendo que al final habrá una salida superadora al menos como grandes aprendizajes. No rendirse, no significa ser inmune como un superhéroe ante lo que afecta en forma directa y profunda. Sí significa saber que se cuenta con los recursos internos de afrontamiento para poder sobrepasarlos y así, adquirir mayor sabiduría. No rendirse, no significa que hay que inmolarse ante las situaciones que ponen en riesgo la integridad física, mental, material, espiritual y la esencia como ser humano. Significa que en medio del temporal se debe tener el temple, la serenidad y la certeza de que de esa situación tan difícil se vas a salir más fuerte. “Somos como bolsas de té; no conocemos nuestra verdadera fuerza hasta que estamos en agua caliente”. Pero también hay que estar conscientes que todo en extremo es malo, tanto el que se rinde con facilidad como el que nunca desiste son igual de pecadores, porque ni modo de pasarse toda la vida persiguiendo el arcoíris. Rendirse y no rendirse son ambas opciones respetables, pues dicen por ahí que peor lucha es la que no se hace. es la que no se hace. Rendirse puede ser tan buena opción como tan mala y enormemente terrible. Sea cual sea el caso, el objetivo de este artículo es persuadir a los lectores del ¡Órale que Chiquito! a no rendirte tan fácilmente. Había una vez un grupo de ranas que viajaban por el bosque, dos de ellas cayeron en un gran agujero mientras caminaban. El agujero era tan profundo que parecía imposible salir de él. Las demás ranas que los acompañaban en el viaje se acercaron al hoyo y les dijeron que no podrían salir y que debían prepararse para la muerte. Las dos ranas, aunque asustadas no hicieron caso de lo que las de arriba les estaban diciendo y empezaron a saltar con todas sus fuerzas… probablemente nunca habían dado unos saltos así. Aun así, por mucho que lo intentaban no conseguían salir del hoyo. Las otras ranas desde arriba no paraban de decirles que era inútil… que nunca conseguirían salir de allí y de nuevo les decían que debían prepararse para morir. Una de las dos ramas escuchando lo que decían las demás se rindió… de repente se desplomó y murió. La otra rana sin embargo siguió saltando sin cesar, tan fuerte como podía y sin rendirse. El resto de ranas seguía con su discurso sobre aceptar la muerte y le aconsejaban que dejase de sufrir. Pero la rana no solo no se rendía, sino que cada vez saltaba más fuerte, tanto que al final en uno de los saltos consiguió salir del hoyo. Cuando salió las otras ranas le preguntaron: ¿Por qué no nos hiciste caso y aceptaste la muerte, sino que además saltabas más fuerte? La rana les explicó que era sorda y que no había escuchado nada de lo que decían… al verlas asomadas alrededor del hoyo pensó que la estaban animando para salir del hoyo. Los hombres y mujeres exitosos siguen adelante. Cometen errores, pero siguen adelante. Los ganadores nunca se rinden y los perdedores nunca ganan. Siempre parece imposible hasta que se hace. No te rindas antes de que ocurra el milagro. Inténtalo y fracasa, pero no fracases en intentarlo.

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