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Cuando el nombre no basta… Andy y la Derrota de MORENA

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Cuando se supo que Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO y secretario de Organización de MORENA, no solo conduciría el proceso electoral en Durango, sino que también residiría aquí durante ese tiempo, hubo diversas reacciones. Las huestes del PRI y del PAN optaron por la negación e incredulidad, desestimando que un personaje de tal relevancia permaneciera tanto tiempo en Durango, pero nunca dudaron de su capacidad de operación. Por su parte, los afines a la Cuarta Transformación celebraron de antemano la presencia de Andy, elevando sus expectativas y hablando de una alta posibilidad de triunfo en los 39 municipios.

Aseguré que la presencia de López Beltrán incrementaría notablemente las posibilidades de triunfo en todos los municipios para MORENA y sus aliados. Pensé que la operación y presencia de Andy podría evitar el fuego amigo, la simulación, las traiciones y, sobre todo, la falta de unidad, el talón de Aquiles que ha impedido la consolidación y los triunfos de MORENA. Imaginé al hijo del fundador de la Cuarta Transformación codo a codo con los candidatos, caminando por las calles y emulando el discurso de su padre, encendiendo el ánimo popular.

Pero lo único cierto fue su presencia en Durango. Todo lo demás terminó como una narrativa épica con final de comedia. Desde su llegada mostró talante autoritario: su aparición en el arranque de campaña, en la capital, estuvo rodeada de vallas, en una actitud de mírenme, pero no me toquen. A los medios los trató con displicencia y grosería; jamás les dirigió palabra. Ningún reportero puede presumir siquiera tres frases suyas. Curiosamente, quienes celebraban mis comentarios iniciales sobre Andy, fueron los mismos que luego me reclamaron al cambiar de opinión por sus actitudes.

Su paso por Durango fue una cadena de errores: provocó división en MORENA, eligió mal a los candidatos y afilió personajes que abonaron a la derrota. A MORENA le fue mal, pero todo indica que sin Andy le hubiera ido menos peor. Quizá no ganaban la capital, pero tampoco se hundían hasta el tercer lugar. En muy contadas ocasiones creí que José Ramón podría ganar. La campaña, resultados, planilla y estrategia de Toño eran claramente superiores. Aun así, pensé que si el junior no traía aire, seguramente si traería tierra, y que la diferencia sería menor a dos dígitos. Pero ni tierra ni airepuro humo.

Evadiendo su responsabilidad, el hijo del patriarca de MORENA recurre a un eufemismo al afirmar: atacan a mi papá, no a mí”. Pero la crítica a su actuar ha surgido sobre todo desde las propias huestes de MORENA; casi nadie dirige sus ataques a AMLO. Los dislates de Andy no le quitan ni una pluma a López Obrador, mucho menos entre quienes valoramos su legado. El secretario de organización debería ser una chucha cuerera en lo electoral, no un devoto ingenuo creyente de San Inocencio, que diga: me hicieron trampa, no jugaron limpio. Ingenuo al pensar que los priistas son hermanitas de la caridad. Le faltó asesorarse con los cuatro expresidentes del PRI que tiene de su lado y sí le entienden a la política. La propia presidenta Claudia Sheinbaum le pidió denunciar formalmente las presuntas irregularidades. Solo que tendrá que presentar pruebas, no solo especulaciones.

Genera hilaridad la patética defensa de Ricardo Monreal, afirmando que Andy es víctima de violencia vicaria, renombrándola como sicaria. Nadie culpa a AMLO por los desaciertos de su hijo, quien a lo mucho revela su vocación de papá cuervo. Pero su petición de no me llamen Andytransparenta una gran torpeza, un vacío intelectual, un océano de naderías. Así lo llamaban sus cercanos, así le decían sus correligionarios, y para muestra el video de la reafiliación a MORENA de Ricardo Monreal, donde el propio senador dice: me alegra mucho que esté Andy”… entonces, ¿por qué el berrinche ?

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