No es nada malo ser bailarina de table dance, actriz porno o prostituta; más cuando hacerlo es por decisión propia y no obligadas por una precaria situación económica, ni secuestradas o chantajeadas por otras personas.
Bailar semidesnuda no es indecoroso, lo que escandaliza es que una mujer, candidata a una gubernatura, utilice a otra mujer como atracción y/o entretenimiento de invitados a escuchar propuestas de un plan de gobierno para el estado.
Tables dances existen en todos los estados del país y del mundo. Tienen horarios y públicos específicos, con espectáculos delimitados para el gusto.
Presentar una bailarina semidesnuda en un evento de proselitismo político, no es la mejor estrategia para atraer votos, sea la audiencia que sea.
Se ha luchado para que las mujeres seamos reconocidas por nuestras capacidades intelectuales, laborales, de organización, entre muchas otras.
Resulta incongruente, que una mujer que “supuestamente” ha sufrido violencia de género como candidata, quiera justificar el “uso de otra mujer como objeto sexual” en su campaña.
Ya paso el tiempo en que eran bien vistos de los strippers, las edecanes entalladas o con tanga y escotes pronunciados, para anunciar a tal o cual candidato.
Los ciudadanos hemos evolucionado, pero lamentablemente la clase política no. Creer que “apantallan” con un buen trasero o senos frondosos, en lugar de planteamientos claros y viables, no es de una candidata, ni mucho menos de una gobernadora.
Las mujeres queremos salir a la calle tranquilas, queremos que nuestras hijas no sufran acoso en la escuela ni en el trabajo.
Queremos que las denuncias se tomen en serio y se trabaje en ello. Urge un estado de derecho, que proteja a las mujeres de no ser violentadas ni asesinadas.
Un estado de derecho sin fecha de caducidad. Y mucho menos que este libre al mejor postor.
Eso, es lo que queremos. Cosificar a la mujer, no es sororidad.
PD. Veracruz ocupa el quinto lugar a nivel nacional con casos de trata de personas, con fines de explotación laboral, sexual y de órganos.
