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¿Estará el nuevo mandatario, a la sombra del caudillo? 

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Fue dentro del entorno de la crisis política, ocasionada por el asesinato de Álvaro Obregón, que el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, en 1928 en su último informe de gobierno, y casi por decreto; anunció que terminaba el tiempo de los caudillos, e iniciaba la era de las instituciones. Se entiende  como un caudillo a un líder militar, político o social que tiene  por sí solo influencia sobre un amplio número de personas. El simple significado de la palabra, de origen  latín capitellus, no deja duda de lo que esto implica:  ‘pequeña cabeza’ o ‘cabecilla’. Se trata de  una persona que ejerce un liderazgo, en una organización, una comunidad o hasta en un país entero. Tanto Elias Calles, como los que lo antecedieron después de la revolución, fueron considerados caudillos, los cuales  obtuvieron frecuentemente el poder con las armas y por medio de golpes de estado. 

La fuerza de los caudillos, superó  tanto las instituciones como la figura presidencial , de tal manera que cuando murió Álvaro Obregón, en manos de José de León Toral, era presidente electo por segunda ocasión, evadiendo el “Sufragio efectivo, no reelección”. La autoría intelectual del magnicidio; es atribuida a la Iglesia Católica, pero también existe la sospecha histórica, que el instigador fue Plutarco Elías Calles, conocido como “El jefe máximo de la revolución”  que por cierto ese “mote” dio nombre al “Maximato”, periodo de 1928 a 1934 en el que existieron tres presidentes de México  leales y obedientes a las órdenes de Elias Calles. Esto terminó con la llegada de Lázaro Cárdenas, quien de inmediato expulsó a Calles  del país, además que pidió  la renuncia a su gobierno de todos los “callistas”, borrando así cualquier vestigio de su influencia.   

Sin embargo, y dicho sin ánimo peyorativo o de lisonja, Andrés Manuel López Obrador, tiene más características de caudillo, que de estadista. Y hago la acotación que según mi punto de vista los estadistas han brillado por su ausencia en los gobiernos de México. 

Andrés Manuel, es un hombre con un gran carisma, y apoyo de las masas, al rededor de su figura, sus huestes desarrollan una conexión emotiva y afectiva,  el no se integró  a un partido o a un proyecto, el es el partido, el es el proyecto. El objetivo principal de #MORENA  tanto como movimiento, como partido fue llevar a #AMLO al poder. Sus seguidores más radicales le adjudican una inefabilidad casi divina, y son incapaces de encontrar algún yerro en sus acciones. Pero  de una forma antípoda, inversamente proporcional, se encuentran los antagónicos a #AMLO,  sus más férreos detractores están obnubilados, son incapaces de reconocerle el menor acierto, ni un solo logro, por más claro que esté sea. Ante la evidencia irrefutable, de algún acierto, se atribuye el mérito a cualquier otra cosa, pero jamás al presidente. 

En el transcurso de 36 años la izquierda, a tenido solo dos candidatos a la presidencia, correspondiendo en tres ocasiones a cada uno de ellos. Cuauhtémoc Cárdenas, siempre  enarboló los preceptos de los partidos que lo postularon, los hizo suyos, nunca pretendió modificarlos, fue institucional aún ante la derrota de 1988, de la cual  se afirma; no existió como tal, sino que  le arrebataron el triunfo con la caída del sistema, el fue un líder, con los pros y las contras que pueden diferenciarlo de  un caudillo. #AMLO no solo mando “al diablo a las instituciones”, también a los partidos, asegura que solo sirven a la oligarquía, que están totalmente corrompidos, y por eso la #CuartaTransformación, el no se suma a los partidos, los partidos se suman a el. Acepta ideas nuevas; siempre y cuando sean iguales o muy parecidas a las suyas. 

Lo que es innegable es que hoy, más del 60% de los Mexicanos, comulgan con sus ideas, las cuales cayeron en tierra fértil, por la personalidad magnética y el discurso esperanzador en contra de la injusticia, la desigualdad y la corrupción. Solo el tiempo y la historia podrán develar de una forma imparcial, la trascendencia para México  de López Obrador ¡ El último de los caudillos ! 

Dejo la interrogante; ¿con el sexenio terminará la influencia de AMLO o surgirá un nuevo maximato? 

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