IGNACIO “EL TIGRE” PARRA, EL MAESTRO DE DOROTEO ARANGO

Uno de los muchos mitos que existen sobre la figura de Doroteo Arango, es que el Centauro del Norte adoptó el nombre de Pancho Villa en honor a un bandido que fue su jefe en su etapa inicial de bandolero, lo cual es absolutamente falso, puesto que el libro de Memorias de Pancho Villa relata con lujo de detalles los inicios de Doroteo y quien fue su maestro en el arte de asaltar, robar y asesinar, pero también de sobrevivir en base a sagacidad, astucia y sobre todo enseñarse a saber de buena tinta lo que se conoce como condición humana. A continuación,comparto con mis lectores la fe de bautismo y de fallecimiento de Ignacio “El Tigre” Parra, el verdadero maestro de Doroteo Arango. En la Iglesia parroquial de San Diego de Canatlán a los días del mes de febrero y año de 1864, yo el cura propio, bauticé solemnemente y puse el santo óleo y sagrado crisma a un niño que nació el día primero a quien le puse por nombre José Ignacio, hijo legítimo de Romualdo Parra y de Fernanda Macías. Abuelos paternos Pedro Parra y Gregoria López. Abuelos maternos Antonio Macías y Basilia Martínez. Padrinos Ildefonso Gurrola y Antonia Gurrola, a quienes les advertí el parentesco espiritual y obligaciones contraídas y por constancia lo firmé. Presbítero Pablo Policarpo Concha. Enseguida se reproduce la fe de fallecimiento de Ignacio Parra. Juzgado Municipal de Canatlán, Durango. En el mismo día 24 de noviembre de mil ochocientos noventa y ocho, el personal de este juzgado acompañado de los testigos de asistencia se trasladó al portal de las casas consistoriales de esta cabecera, en donde nos fue mostrado el cadáver de un hombre tendido en el suelo, el cual vestía unos pantalones de gamuza curtida de cascara de encino, en pechos de camisa y descalzo, e inspeccionado que fue este cuerpo se le encontraron tres lesiones en la caja del cuerpo y una arriba de la rodilla de la pierna izquierda, causadas estas lesiones con proyectiles de arma de fuego y se infiere que estas heridas le causaron la muerte. Yo el juez, doy fe de tener a la vista un verdadero cadáver, así como las lesiones descritas. Acto continuo, fueron interrogados los circunstantes que se encontraban presentes si conocían el cadáver que tiene a la vista y bajo la protesta de conducirse con la verdad han manifestado los señores Tomas Medina, Ruperto Herrera, Mateo Flores, Santos Rodríguez, María Fernanda Macías y Ramona Parra, que perfectamente conocen el cadáver que tienen a la vista y es del que fue en vida Ignacio Parra. Que los cuatro primeros lo conocieron desde su tierna infancia por ser criado y nacido en Capinamaiz de abajo o sea La Cañada, y no les cabe la menor duda de que dicho cadáver es del referido Ignacio Parra, y las dos últimas lo conocen por ser hijo de María Fernanda Macías y hermano carnal de María Ramona Parra, quienes manifiestan no caberles duda alguna de que el cadáver que tiene presente es de Ignacio Parra, hijo de la primera y hermano de la segunda, con lo que termino la presente diligencia  que firmaron los que supieron hacerlo con el presente juez y los testigos de asistencia.

Jesús Ríos – Tomas Medina –Ruperto Herrera – Timoteo Ruiz – José E. Calderón.Para el año 2018, el historiador chihuahuense Jesús Vargas Valdez escribió el libro Villa Bandolero. Con motivo del décimo aniversario del museo Francisco Villa en la ciudad de Durango, el notable investigador del villismo y otros temas, agradeció públicamente la aportación de Gilberto Jimenez – o sea yo-, por mi contribución a parte de su investigación, y es que la única biografía que existesobre este célebre y famoso bandolero originario del municipio de Canatlan, en el estado de Durango, que a la vez fue discípulo de Heraclio Bernal se llama Ignacio Parra, Bandido Legendario, es un libro de la creación del que esto escribe en coautoría con el Profesor Teodoro Ortiz Parra, y que orgullosamente ha servido por varios investigadores para establecer fechas y lugares relacionados con las correrías de Doroteo Arango en la etapa desconocida del gran líder revolucionario.Dedico este artículo al Ing. Ignacio Ruiz, delegado de la Procuraduría Agraria en Durango que en tan solo unos meses ha hecho un extraordinario trabajo.