Se le acabó el tiempo de gobernar este país a Andrés Manuel López Obrador, estamos a unas horas en que oficialmente dejará de ser el “inquilino” de Palacio Nacional, por lo menos físicamente, no sabemos aún si lo será moralmente; y con él se van también todos los argumentos que durante sus discursos exponía a los mexicanos principalmente desde sus conferencias “mañaneras”, hablando de que todo está bien, que él tiene otros datos que no coinciden con los “conservadores” y “neoliberales” que siempre buscaron perjudicar su administración. Para muchos ha sido “el mejor Presidente de México”, sobre todo porque vino a derrocar la presencia política de dos partidos, pero la realidad va más allá.
No podemos cegarnos a la realidad que vive el país, fueron seis años de un discurso beligerante contra quienes pensaron en contra de sus ideas y de sus políticas públicas, de armonía y de “apapacho” a quienes a pesar de su pasado han llegado a su “regazo” y fueron cobijados por su “manto protector”, muchos de ellos hoy sonríen desde lo alto del poder ignorando el “lodazal” que dejaron mientras estuvieron al algún cargo público, y me refiero específicamente a ex gobernadores del PRI, del PAN y del PRD, así como de algunos legisladores que se olvidaron quién y cómo llegaron a sus cargos anteriores.
El supuesto combate a la corrupción que López Obrador manejó siempre en sus discursos de campaña y ya como Ejecutivo Federal, parece que sus propios seguidores lo han olvidado por el simple hecho de que hoy están del “lado correcto de la historia”. Un sexenio que si bien económicamente no fue la catástrofe que auguraban sus opositores, hoy la deuda se ha incrementado, todo para seguir generando el control de las masas electorales gracias a los programas sociales, y ahora también tener el dominio absoluto de la lealtad de las Fuerzas Armadas. El poder por el poder seguramente tendrá sus consecuencias, y será Claudia Sheinbaum quien determine qué “pleitos” sí hará suyos y en cuáles responsabilizará a quien será su antecesor a partir del día de mañana.
Pendientes.
Si bien al cierre de este sexenio muchos nos hemos enfocado en lo que sucede con la no invitación de Sheinbaum Pardo al Rey de España, me parece fundamental que no olvidemos los pendientes que el tabasqueño está dejando; de entrada una de sus banderas fue el combate al huachicoleo, algo que no terminó pues se siguen dando estas prácticas; incluso nada se supo de aquellas pipas que se iban a adquirir. La gasolina no fue un asunto resuelto, pues si bien el costo obedece a precios internacionales y a la inflación, de nada servía comprometerse y “aferrarse” a que la gasolina no ha subido de precio durante los últimos seis años, porque si bien no es una decisión de Palacio Nacional, hoy pagamos más por el litro del combustible.
A pesar de que el asunto de las muertas dolosas ha sido uno de los principales señalamientos de la oposición, y se ha criticado desde los medios de comunicación, el no reconocer a casi 200 mil personas que perdieron la vida no es cosa menor; desde luego es lamentable, pero sí es bueno recordar que la estrategia falló. La salud ha tenido el mismo destino que la megafarmacia, está vacía, no hay nada que presumir en este sentido, quizá el tiempo puede cambiar la percepción y sobre todo, la atención, si es que en verdad el IMSS-BIENESTAR comienza a dar resultados, pero ese discurso se cayó en esta administración.
Así podemos seguir con todos los pendientes que deja, pero en estas últimas horas también vale la pena hacer una reflexión en torno al grado de fanatismo que despertó el movimiento de López Obrador, y es que por más “porras” que reciba eso no va a cambiar la realidad de nuestro país, aplaudirle al líder de la 4T no hará que tengamos un futuro alentador. Más allá de quien nos gobierne los mexicanos debemos salir adelante con lo que podemos y en lo que sabemos. No hay más.