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AURELIANO URRUTIA, ¿EMINENTE CIENTÍFICO O POLÍTICO ASESINO?

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El presente artículo se refiere al médico Aureliano Urrutia Sandoval, personaje excepcional en la historia de la Revolución, un cirujano eminente, pero al mismo tiempo brazo asesino de su compadre Victoriano Huerta. Aureliano nació el 6 de junio de 1872, en el barrio de San Antonio, Xochimilco. Su prestigio como médico de la capital llegó a oídos de Victoriano Huerta, siendo uno de sus primeros pacientes, por lo que la amistad entre ambos se fortaleció. Aureliano Urrutia, estudió en la Escuela Nacional de Medicina, se tituló en 1890 como el mejor alumno de su generación. Se recibió como médico cirujano en 1895. En 1900, el general Huerta y su esposa Emilia fueron padrinos de bautizo de uno de los hijos del doctor Urrutia, Carlos Urrutia Fernández, lo que consolidó la amistad. Tras haber cometido el crimen de haberle cortado la lengua a Belisario Domínguez, (hecho que no se ha podido comprobar, puesto que en la exhumación del cadáver solicitada por los hermanos del senador se encontró con lengua) y ante la caída del gobierno de Victoriano Huerta, Aureliano abandona el país para residir definitivamente en San Antonio Texas. Los hechos históricos que rodearon la existencia de un personaje poco conocido de la Revolución mexicana y su contexto, el Dr. Aureliano Urrutia Sandoval, son más que interesantes. El gran cirujano mexicano doctor Aureliano Urrutia, académico en 1901 y director de la Escuela de Medicina en 1913, desterrado por cuestiones políticas, llevó a cabo en 1917 en San Antonio, Texas, la separación de dos hermanas siamesas; fue la primera vez en el mundo que se realizó esa clase de operación. Las siamesas de cinco años de edad habían sido examinadas en otros sitios de la Unión Norteamericana, se encontraban unidas en la parte inferior del tórax. En 1911, el presidente Madero lo nombró director del Hospital General, puesto que ocupó durante tres meses, de agosto a octubre; llevó a cabo una reorganización y ordenó que todas las instalaciones fueran utilizadas para la enseñanza de la medicina clínica, la cirugía y la obstetricia; que cada uno de los pabellones correspondiera a una especialidad médica, y que estuviera bajo la responsabilidad de un profesor de la Escuela de Medicina. Cuando Victoriano Huerta llegó a la presidencia de la República, en la reestructuración de su gabinete de 1913 ocupó la Secretaría de Gobernación del 13 de junio al 6 de octubre de ese año. En ese puesto implantó las jornadas de trabajo de seis días; estableció que el descanso dominical fuera obligatorio; ordenó que todos los habitantes de la capital deberían bañarse cada ocho días (por lo menos) y que estaba prohibido caminar por las calles leyendo el periódico. Longevo, prolífico padre y notable cirujano de su época, hace un siglo fue compadre de Victoriano Huerta, quien lo llevó a ser titular del Ministerio de Gobernación en su segundo gabinete de 1913. Durante ese lapso llegó a exceder sus habilidades a lo que podría llamarse “cirugía social “contra los enemigos de Huerta, habiéndosele imputado más de un centenar de crímenes, entre ellos el asesinato de Serapio Rendón y Belisario Domínguez. Al caer el gobierno de Huerta, el doctor Urrutia vendió todas sus propiedades y salió del país; primero se dirigió a Europa, principalmente a Alemania, para conocer los avances médicos que se estaban dando en esa época, y después viajó a los Estados Unidos, en donde se instaló en San Antonio, Texas, para ejercer la medicina. Rico y poderoso, huyó a los EUA ante el avance de las fuerzas revolucionarias sobre la ciudad de México en 1914. En este país recuperó su prestigio médico, pero no así su prestigio político. Allí construyó un importante hospital llamado Miraflores, el cual siempre estaba lleno de pacientes, principalmente de origen mexicano, entre quienes se dice que atendió a Pancho Villa y que también operó de un cáncer de hígado al general Huerta, que finalmente le ocasionó la muerte. Pese a la amnistía otorgada a los antiguos enemigos de la Revolución en la década de 1930, hubo sectores que nunca lo perdonaron, por lo que ya nunca regresó a México. Un caso singular y polémico, omitido hasta hoy por la historiografía nacional de la máxima gesta. Adicionalmente, la trayectoria del Dr. Urrutia nos presenta un dilema ético entre el quehacer de la ciencia, el de la política y el deber ser de cada una, dilema que se ha vuelto cotidiano también en nuestros días. Aureliano Urrutia tuvo cinco esposas, 24 hijos y muchos nietos. Nunca volvió a vivir en México. Rechazó el indulto que le ofrecieron los presidentes Emilio Portes Gil y Lázaro Cárdenas. Murió en San Antonio el 14 de agosto de 1975, a la edad de 103 años.

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