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CON ESTEBAN, DURANGO ESTÁ BIEN GOBERNADO

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Muchas veces he pensado en que significa ser un buen gobernante para un pueblo. Inevitablemente que esta apreciación nos lleva a sacar conclusiones conforme a nuestros deseos, al nivel cultural y a las circunstancias de cada quien, y es que no todos tenemos las mismas motivaciones ni apreciamos lo mismo. Para un estado como el nuestro, es urgente e indispensable un buen gobernante, porque un buen gobernante impulsa el desarrollo, avanza culturalmente a su pueblo y genera un mejor clima de confianza y convivencia. Un buen gobernante está más allá de apetitos personales, de afán de poder y desde luego de la codicia. Da oportunidad a todos por igual, aprecia el esfuerzo de la gente y los recompensa. Un buen gobernante planifica y no improvisa porque sabe que sus decisiones afectarán a sus gobernados y que los recursos que dispone son del pueblo y deben de estar orientados a sus necesidades. Un buen gobernante habla siempre de cara a la verdad, mirando a los ojos, no miente ni engaña, prefiere asumir las responsabilidades así no sea de agrado para algunos. El Doctor Esteban Villegas Villarreal recibió un estado en banca rota y saqueado por un exgobernador pillo y ladrón que, en vez de ser una ayuda para su pueblo, se convirtió en su verdugo. Sin embargo, a escasos poco más de cinco meses de gobierno, el paisano de Doroteo Arango ha llevado a cabo un empeñoso trabajo de conciliación que intenta unir a todos los duranguenses en un esfuerzo solidario para logar el bien de la comunidad. Los durangueses vemos con buenos ojos y aplaudimos que, ante las adversidades, Esteban ha manifestado entereza y no esquiva los problemas heredados, por el contrario, los resuelve. El gobernante debe inspirar una gran confianza, lo que requiere competencia para desempeñar el cargo, dedicación seria a la misión encomendada, cumplir lo que dice, informar con objetividad y transparencia, reconocer con sencillez sus errores y admitir las críticas ponderadas. Si el pueblo advirtiera incompetencia, ocultamiento de información que el gobernante tiene obligación de comunicar, contradicción de criterios y falsedades comprobadas, la confianza se convertiría en desconfianza, inseguridad, sospecha de intenciones ocultas…. Hasta el momento los duranguenses aprobamos el gobierno de un joven político que, con las mangas de la camisa arremangadas, con chaleco y cuando la ocasión lo amerita, portando un sombrero que simboliza no olvidar sus orígenes, les ha devuelto la esperanza a los duranguenses. Los buenos oficios y porque no decirlo, el carisma de Esteban Villegas, han hecho posible la visita del eficaz secretario de gobernación Adán Augusto López en tres ocasiones, y más importante aún, el funcionario encargado de la política interior del país no viene con las manos vacías, pues es portavoz de la confianza y respaldo que el Presidente de la República Andrés Manuel LópezObrador le tiene a Esteban. Los gobernantes que velan por los intereses de su pueblo antes que el suyo propio, merecen ser recordados con honores y muchos hablaran de él cosas buenas. Gobernar, en griego, significa conducir, dirigir, como el piloto de una nave la conduce a puerto seguro, de ahí viene la palabra. Un gobierno es el encargado de conducir a una comunidad hacia las metas deseadas de bienestar común. Será bueno si lo logra y malo si no. A veces la vida da revanchas y segundas oportunidades y a lo que se ve y a cómo vamos, Esteban lo entiende y comprende, por eso, bastan poco más de cinco meses como muestra para poder afirmar que con Esteban al frente, ahora Durango está bien gobernado, pues hasta el momento los ciudadanos dan muestra de reconocimiento a su labor.

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